Ojo de Gato: ¿Quiénes mataron a Regina?


Guillermo Manzano

El sábado 28 de abril recibí la noticia: mataron a Regina. Después de asistir a sus exequias supe quienes la habían matado:
La mataron los editores y dueños de periódicos que confundieron convenios publicitarios con docilidades ante el poder. La mataron los reporteros que extendieron la mano para recibir el chayote, el embute, el dinero que mata la moral y la ética de quienes por decisión asumieron narrar los hechos y sólo los tergiversan. La mataron los directores y jefes de información que comercian con el trabajo de sus subalternos.
La mataron los columnistas que hacen dinero a cambio de sus alabanzas o silencios y que lamen los pies del hombre o mujer de poder para recibir el sustento de sus hijos. La mataron los que en un santiamén se volvieron empresarios de la comunicación sin haber escrito y reporteado una sola noticia en su vida. La mataron esos comunicadores que hoy circulan en vehículos de lujo y son prósperos dueños de portales informativos o agencias de noticias.
Foto: Octavio Gómez


La mataron los jefes de prensa que corrompieron conciencias con dinero público para confeccionar los espejos en los que sus patrones se vean a modo. La mataron estenógrafos que se creen reporteros o periodistas por editar pasquines de poca monta y se dedican a la extorsión.
La mataron los hombres y mujeres de poder que piensan que la eternidad dura un sexenio y nunca volverán a pisar la tierra. La mataron burócratas sumisos que repiten las órdenes de sus jefes y jefas para recordar a los reporteros ‘quién es el que manda’.
La mataron los académicos que prefirieron el radicalismo en el aula y el mutis ante la podredumbre social que roe su alrededor. La mataron los investigadores que elucubran en la soledad del cubículo. La mataron organizaciones sociales, partidos políticos, asociaciones civiles que medran del subsidio oficial o internacional para denunciar un árbol con plaga y cerrar los ojos ante la tala del bosque.

La mataron los que siempre se quejan de los males del gobierno y exigen respuestas a sus demandas pero que no denuncian al vendedor de drogas que vive junto a sus casas por temor o complicidad. La mataron lo que rumian en las mesas de la cafetería pero que son los primeros en doblar la cerviz ante el poder en turno.
La mataron los artistas, los intelectuales y los creadores que pelean las migajas de las becas antes de asumir un compromiso con su entorno. La mataron y la matamos todos y todas que fuimos incapaces de levantar la voz a tiempo para evitar esta descomposición social con la que vivimos.
Hoy lamentamos una muerte, pero en realidad lamentamos nuestra incapacidad, nuestro miedo porque sabemos que plumas como las de Regina son difíciles de encontrar en la vorágine de la corrupción en la que hoy vive la prensa veracruzana.

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