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Mostrando entradas de 2013

Las voces de Pedro

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Guillermo Manzano El último sábado de octubre nos reunimos por primera vez. La cita fue en la parte baja del Puente de Xallitic. Días antes se platicó la posibilidad de hacer una lectura en voz alta de Pedro Páramo. Se acababa de entregar un comentario de la novela como parte de las actividades de la materia de literatura. Sería interesante ver y escuchar como algunos adolescentes interpretarían esos murmullos provenientes de Comala.      Cada uno llevó un fragmento que le había gustado, motivado o simplemente quería leer. Algunos se repetían, quizá por su sencillez, quizá por su belleza. Lo que nos unió fue el gusto por hacerlo. Unos se fueron y al final quedaron 14 jóvenes. Ellas y ellos frente a Pedro Páramo.      Durante noviembre estuvimos ensayando. Juguetones, traviesos, combinaban el trabajo con bromas, comentarios de la escuela, chismes, estados anímicos. Un par de veces suspendimos porque había que entregar tarea. Ahí los fui conociendo más. Dos veces a la semana

A pie de calle: Xalapa I

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Guillermo Manzano Francia no es sólo el país donde viven  los franceses, es también aquel al que miran  los demás y en el que se inspiran.  Milan Kundera A partir de esta entrega comentaré sobre algunos problemas visibles que tenemos en la ciudad. Sólo es una opinión y sólo eso. No me interesa debatir sobre  la verdad o falsedad de lo escrito, pero si intercambiar opiniones para concretar acciones individuales. Porque creo, como acto de fe, en la suma de las individualidades.     Parto de lo general para después aproximarme a cada realidad específica. La intención es compartir lo que veo y lo que escucho. Carezco del don de la omnipresencia, pero siempre cuatro, seis u ocho ojos miran más y mejor que dos. Es decir, escribo lo que todos vemos y que para muchos, les parece normal.    Pero de lo que hoy carecemos es de normas y referentes para saber que ninguno de los problemas son normales, aunque así nos los quieran hacer creer. No es normal la violencia. No es normal l

Mujeres que Saben Latín: Plaza tomada…

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Estela Casados González Sábado. Tres de la mañana. No sé cómo prendí la luz. Estoy desorientada. El teléfono suena una y otra vez. La voz de quien llama me parece conocida. Me dice que estaba en Plaza Lerdo y que la han golpeado junto con estudiantes de la Universidad Veracruzana, docentes, padres, madres y gente que apoya al movimiento magisterial, así como reporteras y reporteros de medios locales y nacionales: “¿Qué hacemos, profa?”. Me despierto. Más de mil kilómetros me separan de Xalapa y la impotencia toma su ceremonial lugar en la boca de mi estómago. Hay que despertar a la gente. Hay que subir todo a las redes . Hay que conseguir teléfonos de autoridades aliadas. Hay que creer que se puede hacer algo. Me dicen que hay periodistas a quienes les robaron su equipo y que perdieron el material que capturaron durante el desalojo brutal. Observo la fotografía de un alumno con la cara llena de sangre. Veo videos del desalojo salvaje y oigo unos chasquidos extraños: bast

A Pie de Calle: La Marcha

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Guillermo Manzano La mañana semisoleada. Pequeños grupos de docentes se empiezan a reunir afuera de la Normal Veracruzana. La Benemérita. La Centenaria. Cuna de miles de maestros y maestras. 127 años de actividades ininterrumpidas.     Son las 9:30. No hay prisa, falta media hora para la cita. Poco a poco llega la gente. Hay expectación. En minutos se congregan cientos, quizá miles.     Padres y madres se colocan en la vanguardia. Nadie sabe a ciencia cierta qué hacer. Hay entusiasmo. Hay un poco de temor. Amas de casa que participan por primera vez. El fotógrafo de la escuela indica: ‘hay que avanzar, porque ya hay muchos atrás’. Avanzan. Se les dice que se detengan. Se paran.     10 de la mañana. Hay que empezar, -dice alguien-. No, esperemos, faltan muchos, -responde otro alguien-.     A las 10:15 estudiantes de diversas facultades de la Unidad de Humanidades llegan. Gritan consignas. Comparten alegría. Se suman. Unos dicen que son mil, otros que cientos. No importa.

A Pie de Calle: Qué hacer en casa cuando los profes protestan

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Guillermo Manzano Con las protestas magisteriales, algunos jefes y jefas de familia están sumamente encabronados. No saben qué hacer con los hijos. No tienen con quién dejarlos y el patrón ya no quiere que los lleven al trabajo. Ya sabe, dan mucha lata.     Pero hay otros que pueden quedarse en casa. Claro: también dan mucha lata. Por eso es entendible la molestia que ocasiona el paro magisterial. Por supuesto, nadie dirá que no sabe qué hacer con su prole. Ni dirá que el patrón ya no soporta la presencia de los infantes. ¡Ni lo mande Dios!, no sea que se enoje y nos corran.     Por eso es más fácil hablar del ‘daño’ que ocasiona la suspensión de clases. Echar la culpa a otros y sentirse satisfecho por la valentía. Que nadie se quede callado. Y es verdad: nadie se ha quedado callado, por eso las protestas magisteriales siguen, se intensifican y se amplía por otros territorios del país.     Querida y querido lector, un miembro de esta turba social que, por cierto, también

¡Bien por los maestros!

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Sanjuana Martínez La prensa cercana al poder, es decir, una gran parte de la prensa mexicana, encabeza una campaña de desprestigio contra los maestros disidentes de la CNTE a quienes identifican como “vándalos” y  elementos “desestabilizadores del país”. Las épocas más oscuras del PRI en el poder son recordadas por el control férreo a la prensa, por la censura, la manipulación informativa y por supuesto la propaganda oficial disfrazada de noticia, reportaje, crónica o artículo.  Nada ha cambiado con el PRI, al contrario, ahora disfraza su control a la prensa con métodos un poco más sofisticados, pero igualmente burdos: del chayote se ha pasado a los “contratos de publicidad”; del cochupo a la compra de espacio noticioso disfrazando publicidad por “noticia”; del publireportaje a la descarada “asesoría” de comunicación….  Esas y otras técnicas para silenciar y ocultar la realidad más ominosa del país son utilizadas por el PRI desde tiempos inmemoriales. La diferencia ahora e

¿Qué ha sido del periodismo?

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Tomás Eloy Martínez Hace tres décadas, durante el apogeo de la investigación de The Washington Post sobre el caso Watergate, lo que ya entonces se conocía como nuevo periodismo alcanzó su punto de máxima influencia y credibilidad. Se puede disentir con lo que después hicieron Carl Bernstein y Bob Woodward, autores de aquellos memorables relatos impecablemente investigados, pero no con la decencia, la tenacidad, la eficacia en la información y la calidad en la narración que exhibió el Post al anudar los hilos de aquella historia. Desde entonces, el periodismo narrativo ha tropezado y ha caído más de una vez, en los Estados Unidos y en otras latitudes, acaso por haber olvidado que narración e investigación forman un solo haz, una alianza de acero indestructible.  No hay narración, por admirable que sea, que se sostenga sin las vértebras de una investigación cuidadosa y certera, así como tampoco hay investigación válida, por más asombrosa que parezca, si se pierde en los laberi