Las voces de Pedro



Guillermo Manzano

El último sábado de octubre nos reunimos por primera vez. La cita fue en la parte baja del Puente de Xallitic. Días antes se platicó la posibilidad de hacer una lectura en voz alta de Pedro Páramo. Se acababa de entregar un comentario de la novela como parte de las actividades de la materia de literatura. Sería interesante ver y escuchar como algunos adolescentes interpretarían esos murmullos provenientes de Comala.
     Cada uno llevó un fragmento que le había gustado, motivado o simplemente quería leer. Algunos se repetían, quizá por su sencillez, quizá por su belleza. Lo que nos unió fue el gusto por hacerlo. Unos se fueron y al final quedaron 14 jóvenes. Ellas y ellos frente a Pedro Páramo.
     Durante noviembre estuvimos ensayando. Juguetones, traviesos, combinaban el trabajo con bromas, comentarios de la escuela, chismes, estados anímicos. Un par de veces suspendimos porque había que entregar tarea. Ahí los fui conociendo más. Dos veces a la semana nos vimos, nos escuchamos, nos reímos.
     Diana diciéndome que pusiera orden. Uz y Alexis puntuales. Jonathan y Alejandra (quien no pudo concluir el proceso) siempre juntos. Fabiola introvertida, con voz suave que en su momento logró elevar para hacerse escuchar. Alondra, a quien siempre le cambié el nombre, seria, observando.

Foto: Memo Manzano
     Paulina, cuya tesitura daba un toque especial. Susana y su voz que muchos profesionales del micrófono envidiarían. Anny y Yoselin atentas a las indicaciones. Mariana, una sorpresa grata al interpretar sus textos.  Edith, que cuando se puso seria en el trabajo mostró un compromiso serio y firme. Daniela hizo suya a Comala y pidió tener más participación en la lectura. Por último, José Carlos, quien se unió en la parte final para apoyarnos en el aspecto técnico. A ellas y a ellos mi gratitud porque reafirmaron mi fe en los jóvenes y en la literatura.
     Nos presentamos en el salón 5 del Colegio Preparatorio en los primeros días de diciembre. Padres y madres, amigos y amigas estuvieron con nosotros durante 40 minutos. La penumbra y las sombras eran nuestra escenografía. No más, no menos.   
En unas semanas empezaremos otro semestre. Ignoro si estaré con ellos de nuevo. No importa, porque lo importante ya pasó. Y eso, eso no se olvida…




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