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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Mujeres que Saben Latín: Plaza tomada…

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Estela Casados González Sábado. Tres de la mañana. No sé cómo prendí la luz. Estoy desorientada. El teléfono suena una y otra vez. La voz de quien llama me parece conocida. Me dice que estaba en Plaza Lerdo y que la han golpeado junto con estudiantes de la Universidad Veracruzana, docentes, padres, madres y gente que apoya al movimiento magisterial, así como reporteras y reporteros de medios locales y nacionales: “¿Qué hacemos, profa?”. Me despierto. Más de mil kilómetros me separan de Xalapa y la impotencia toma su ceremonial lugar en la boca de mi estómago. Hay que despertar a la gente. Hay que subir todo a las redes . Hay que conseguir teléfonos de autoridades aliadas. Hay que creer que se puede hacer algo. Me dicen que hay periodistas a quienes les robaron su equipo y que perdieron el material que capturaron durante el desalojo brutal. Observo la fotografía de un alumno con la cara llena de sangre. Veo videos del desalojo salvaje y oigo unos chasquidos extraños: bast

A Pie de Calle: La Marcha

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Guillermo Manzano La mañana semisoleada. Pequeños grupos de docentes se empiezan a reunir afuera de la Normal Veracruzana. La Benemérita. La Centenaria. Cuna de miles de maestros y maestras. 127 años de actividades ininterrumpidas.     Son las 9:30. No hay prisa, falta media hora para la cita. Poco a poco llega la gente. Hay expectación. En minutos se congregan cientos, quizá miles.     Padres y madres se colocan en la vanguardia. Nadie sabe a ciencia cierta qué hacer. Hay entusiasmo. Hay un poco de temor. Amas de casa que participan por primera vez. El fotógrafo de la escuela indica: ‘hay que avanzar, porque ya hay muchos atrás’. Avanzan. Se les dice que se detengan. Se paran.     10 de la mañana. Hay que empezar, -dice alguien-. No, esperemos, faltan muchos, -responde otro alguien-.     A las 10:15 estudiantes de diversas facultades de la Unidad de Humanidades llegan. Gritan consignas. Comparten alegría. Se suman. Unos dicen que son mil, otros que cientos. No importa.

A Pie de Calle: Qué hacer en casa cuando los profes protestan

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Guillermo Manzano Con las protestas magisteriales, algunos jefes y jefas de familia están sumamente encabronados. No saben qué hacer con los hijos. No tienen con quién dejarlos y el patrón ya no quiere que los lleven al trabajo. Ya sabe, dan mucha lata.     Pero hay otros que pueden quedarse en casa. Claro: también dan mucha lata. Por eso es entendible la molestia que ocasiona el paro magisterial. Por supuesto, nadie dirá que no sabe qué hacer con su prole. Ni dirá que el patrón ya no soporta la presencia de los infantes. ¡Ni lo mande Dios!, no sea que se enoje y nos corran.     Por eso es más fácil hablar del ‘daño’ que ocasiona la suspensión de clases. Echar la culpa a otros y sentirse satisfecho por la valentía. Que nadie se quede callado. Y es verdad: nadie se ha quedado callado, por eso las protestas magisteriales siguen, se intensifican y se amplía por otros territorios del país.     Querida y querido lector, un miembro de esta turba social que, por cierto, también