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Mostrando entradas de febrero, 2018

Cachipolla 17

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 (gm) Siempre me ha parecido un misterio el encogimiento de los pantalones de mezclilla después de lavarlos. No importa si los llevo a la lavandería, los lave ‘a mano’ o los meta en la lavadora. Ellos se aferran a encogerse como la presunción del macho al sentir el frío.     Según recuerdo, este fenómeno no respeta talla o fibra de manufactura. Desde aquellos pantalones cuya mezclilla era tan dura y tiesa como cartón de antaño -costaban los pulmones al restregar y tallar en la batea-, hasta los más suaves encontrados hoy día en el mercado textil: siempre se encogen.     Después no sé que pasa. Si la tela estira o la panza se ajusta al diámetro del pantalón. Pero en un tiempo breve de uso, uno camina con normalidad sin cargo de conciencia por los tamales ingeridos la noche anterior.     Por supuesto que si la prenda es usada más de un día, el confort es inigualable. Se acomoda como segunda piel conforme pasa el tiempo de uso. Digo, tampoco hay que llegar a los extremos