Nacho Chávez

(Esta carta la escribí en abril de 2008, se publicaba en el diario Noreste de Poza Rica. Hoy volví a ver a Nacho y nada cambia, sólo que ahora está más viejo y más cansado)

Carta de Xalapa

Guillermo Manzano



Me encontré con Nacho Chávez. Viejo militante de la izquierda en Veracruz. Lo conocí a fines de 1984 o principios del 85. Era entonces presidente del comité estatal del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). Eran los tiempos en que el partido buscaba su registro en las elecciones intermedias de 1985. La historia lo registra: se logró el registro y esa legislatura fue una de las más brillantes para la izquierda mexicana. Heberto Castillo coordinó los trabajos de la fracción pemetista. Pero bueno, como dijo la nana Goya: esa es otra historia.

El caso es que el reencuentro con Nacho fue de lo más curioso. Está de ‘empacador voluntario’ (vaya eufemismo para explotar a los ancianos) en uno de los supermercados del grupo Chedrahui. Nacho es ingeniero electromecánico. Toda su vida trabajó para Ferrocarriles Nacionales de México, se jubiló y no le alcanza su pensión para vivir una vejez con dignidad. Dio su vida a una empresa de la nación y a la lucha por la democratización de este país. En los tiempos de los gobiernos represivos del priismo rancio, Nacho, junto con otros rieleros de Xalapa (Juanito ‘El Duende’ Espinoza y su hermano Enrique, Don Hermilo Gómez, Alejandro Cedillo y otros que escapan a mi senil  memoria) se sumaron a la lucha encabezada por Demetrio Vallejo. En los 70’s formaron el PMT en Veracruz. Eran tiempos en que ser dirigente de partido era cargo honorario. No se cobraba y el dinero que se lograba obtener mediante diversos medios, era sagrado. El dinero del partido era para el partido. No como ahora, que sólo sirve para mantener sátrapas.

El caso de Nacho es similar al de miles de hombres y mujeres que dieron su vida para que este país fuera diferente. Sin embargo, la historia no los registra. Y peor aún, ahora que están viejos tiene que seguir trabajando para subsistir porque los gobiernos democráticos de este México sufrido, no los considera dignos de tener una pensión decorosa.

El presente es producto del pasado. Si negamos nuestro pasado no lograremos entender lo que hoy pasa. La memoria debe ser terca, obstinada, tenaz, para que no volvamos a repetir lo que se vivió.

Hoy muchos lucran con los términos de ‘pueblo’, lucha social’, ‘democracia’, ‘izquierda’; pero sólo es retórica barata, pura demagogia.

Nacho sigue con el mismo entusiasmo que cuando lo conocí. Pero los golpes de la vida lo han vuelto receloso y moderado. Ya no confía en aquellos ‘compañeros’ que hoy se han vuelto aristócratas de la izquierda. Compañeros de partido que, a brazo partido y contra todos, logramos que llegarán a ocupar una curul en el Congreso de la Unión. Después de eso, simplemente se olvidaron de las bases. Se olvidaron de la rectitud de Heberto, de las enseñanzas que nos dio cada vez que nos reuníamos con el ingeniero Castillo. Gente que hoy lucra con su memoria, que se siguen autodenominando ‘hebertistas’, sólo para lograr posiciones dentro del PRD. De esos compañeros, Nacho recela.

En contraparte, compartimos el gusto porque Leonardo Valdez fuera nombrado presidente del IFE. Él también fue pemetista. De hecho, fue muy cercano a la vida de Heberto Castillo, al contraer nupcias con su hija Laura Itzel.

En fin, el caso es que Nacho Chávez sigue pensando que este país será mejor si la izquierda gana. Yo le expuse mis dudas, y él, como siempre, sólo sonrió. Dijo que así son las cosas, que tenemos que luchar desde cualquier trinchera para lograr lo que queremos. La despedida fue genérica. Él tenía que seguir acomodando ‘carritos’. Una hora dedicada a eso y el resto en las cajas para recibir las monedas que algunos clientes sueltan cuando les empacan su mercancía. Trabaja de lunes a domingo, de seis de la tarde a 10 de la noche. Un hombre que dio su vida por México. Un hombre que dio su vida por abrir espacios democráticos. Un hombre en toda la extensión de la palabra, es ese que hoy, con una sonrisa da las gracias al entregar las bolsas del ‘súper’. Ese es Nacho. Ese fue Nacho Chávez Negrete. ¡Salud amigo!










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