Rúbrica: La embestida contra los medios críticos
Aurelio Contreras Moreno
Mientras por un lado el gobernador de Veracruz Javier
Duarte de Ochoa se reúne con sus periodistas afines para apuntalar a su
candidato a sucederlo en el cargo, por otro ataca desmedidamente a los medios
de comunicación que han sido críticos del desastre que ha significado su
administración.
No solamente cortó cualquier
relación comercial y publicitaria con los medios que no publican loas sobre su
gobierno. A varios los ha amedrentado enviándoles auditorías, una tras otra,
para que “le bajen” a la crítica y le cierren las puertas a sus adversarios
políticos.
Pero el medio con el que la
confrontación es frontal y ahora ha pasado al terreno institucional e incluso
al personal, es con el periódico porteño Notiver, que dirige Alfonso Salces
Fernández.
Notiver ha mantenido una línea
crítica constante hacia el gobierno duartista durante todo el sexenio. En buena
parte, porque la mayoría de los reporteros asesinados durante este periodo eran
trabajadores de esta casa editorial. Pero sobre todo, porque los anteriores
coordinadores de Comunicación Social, Gina Domínguez y Alberto Silva,
pretendieron someter a su director como hicieron con los de los medios a los
que para que callasen la realidad de lo que sucede en Veracruz, les taparon la
boca con billetes.
Como no encontraron la manera
de controlar a Notiver, optaron ahora por la difamación. A través de pasquines impresos
y electrónicos, el duartismo lanzó una ofensiva contra el periódico y
directamente contra Alfonso Salces, en la que además, han involucrado a su
familia y a los reporteros asesinados, que ya no se pueden defender de las
infamias.
Incluso, financiaron la
publicación de un libro de un ex reportero de Proceso –ligado directamente al
ex secretario de Gobierno y hoy coordinador de la bancada veracruzana del PRI
en San Lázaro, Erick Lagos Hernández– en el que se afirma que todos los
reporteros de Notiver asesinados tenían ligas con el crimen organizado,
sugiriendo que el propio periódico también las tendría. Sin presentar pruebas.
Y fueron más allá. En su
obsesión por golpear al diputado federal y aspirante a la candidatura de la
alianza PAN-PRD a la gubernatura, Miguel Ángel Yunes Linares, Javier Duarte
mandó filtrar en algunos medios “aliados” documentos sobre supuestos negocios
de la familia de su adversario político, entre los que se incluye un contrato
de compra-venta de terrenos que data de 2010, entre una empresa presuntamente
de su propiedad y la señora Sara Salces Fernández, hermana del director de
Notiver, como si fuera un delito que una persona disponga de su patrimonio como
mejor le convenga.
En un exceso que demuestra la
condición emocional de quien ostenta la investidura de gobernador de Veracruz,
en su cuenta oficial de Twitter Javier Duarte de Ochoa publicó una copia del
referido contrato de compra-venta acompañado de esta frase: “Ahora lo entiendo
todo, dueño del @NOTIVER envuelto en escándalo de corrupción del alcalde de
#BocadelRío”.
La maniobra es burda, pero
sobre todo, desproporcionada en niveles monstruosos. Javier Duarte ha lanzado
todo el aparato del Estado en contra de quienes considera enemigos, sin
importarle si afecta a personas que no tienen vela en esta confrontación, e
incurriendo en actos que podrían ser ilegales, como la sustracción y difusión
de documentos con información privada de personas físicas y morales.
Esto sucede con el proceso
electoral ya en marcha y en la víspera de la visita que le hará al Ejecutivo
estatal el auditor superior de la Federación, Juan Manuel Portal Martínez,
según publicó el diario capitalino Reforma, para notificarle de los nuevos
procesos contra el gobierno de Veracruz por malversación de fondos federales.
Quizás por eso el gobernador
de Veracruz está completamente fuera de sí.
Twitter: @yeyocontreras
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