A Pie de calle: Las cruces



 Guillermo Manzano

    Recorrer la ciudad en bicicleta o caminando nos permite ver otros paisajes. Apreciar detalles imperceptibles al ojo cuando nos trasladamos en vehículo. Creo –como acto de fe- que todas las ciudades tienen el mismo decorado del que hablaré: cruces y altares en sus banquetas. En algunas el número puede ser mayor que en otras, habrá poblados que sólo sean unas cuantas, pero en todas hay el recuerdo para quién perdió la vida en la calle.
    ¿Quién era él o ella?, ¿a qué se dedicaba?, ¿era joven?, ¿cómo reaccionaron los testigos de su muerte? ¿Murió por la estupidez de un automovilista, fue ‘daño colateral’ o sólo sufrió un paro cardíaco? ¿Tenía hijos?, ¿sólo iba a la tienda y regresaba en cinco minutos?, ¿terminaría una relación amorosa o la empezaba? ¿Era feliz con su vida? Estas y otras preguntas rondan por mi cabeza cuando veo esas cruces. Testimonio de los vivos por sus muertos.
    Las cruces se han integrado en forma natural al paisaje urbano. En algunos casos no sólo colocan una cruz sino que construyen un pequeño nicho cuyo seno guarda la imagen del caído o la deidad de la devoción familiar.
    Pero también hay cruces que no permiten sembrar pero que sabemos que están ahí: las que registran a las víctimas de una guerra sustentada en la soberbia y la estupidez.
Dos ejemplos de Xalapa: el asesinato de guardias del gobernador veracruzano y la ejecución de unos adolescentes realizada por militares en diciembre pasado.
El primer caso ocurrió en el estacionamiento de la Plaza Crystal a las 11 de la mañana (según la escasa información oficial) frente a Fabricas de Francia. A los policías los acribillaron sin darles la menor oportunidad, recogieron sus cuerpos, los arrojaron en la batea de una camioneta y simplemente desaparecieron. Víctimas y verdugos. Juntos se fueron y nadie sabe nada. Mutis total. No hubo testigos, no hubo llantos. Hasta el momento no hay detenidos por los hechos.
El caso es que no hay ningún recuerdo de lo sucedido. Quizá a la familia Chedraui considere de ‘mal gusto’ colocar ofrendas  mortuorias en su estacionamiento. A lo mejor no es buena publicidad. No sé. Tampoco el Gobierno del Estado puso alguna placa alusiva. A lo mejor no valía la pena. Total, sólo eran policías.
En forma oficial no se informó el porqué de la ejecución, aunque los chismes y comentarios confeccionaron una historia de venganza. Dicen que los muertos ‘impidieron algo’ un día antes. Pero los chismes y comentarios periodísticos se acaban con unos fajos de billetes, una promesa a futuro, convenios publicitarios o una ‘aviaduría’ en cualquier dependencia oficial’. Lo que no se puede callar e inhibir, es la memoria colectiva. Ahí no llega la lepra de la corrupción.
El segundo caso fue en diciembre pasado. El parte oficial: enfrentamiento entre las fuerzas del orden con un grupo de sicarios. El resultado: un grupo de adolescentes acribillados por el imperdonable delito de no detener su camioneta ante la autoridad militar.
Los jóvenes fueron abatidos frente a un domicilio particular de la calle Ferrocarril Interoceánico. Una calle sin pavimentar. Ahí quedaron sus cuerpos. Tirados. Inertes. Sin vida. No sabemos si hubo heridos. Los militares cerraron los accesos. La unidad habitacional ‘Jardines de Xalapa’ –con sus miles de habitantes- fue incomunicada. A escasos metros de la avenida principal fue la masacre. Nadie pasa. Nadie entra y nadie sale. Las luces de los condominios se apagaron. Llamadas telefónicas a familiares y amigos. Mensajes desde ‘el celular’. Las redes sociales hacen lo suyo, porque nadie sabe que pasó. Sólo se escucharon los balazos, sólo eso.

Foto: Guillermo Manzano

Al día siguiente pasé por el lugar. Nadie decía nada. Los montones de cal regados en la calle eran la única huella del recuerdo nocturno. Los ´días pasaron y no hubo quién llevara una veladora o una flor. Después me dijeron que por las noches y a veces, ‘alguien’ llevaba veladoras y las encendía, pero estas desaparecen con el alba.
A más de 120 días de lo sucedido, encontré una cruz de madera. Su altura es similar a la del pasto que está frente a la casa. ¿10 centímetros de alto? No sé. Hay cruces que no pueden ser sembradas, pero nadie puede callar los gritos de las víctimas. Tenemos memoria, porque vemos el mundo A Pie de Calle…
PD: En Veracruz seguimos esperando que aclaren que pasó con los 25 millones de pesos que decomisó la PGR en el aeropuerto de Toluca el pasado 27 de enero. La fiesta de la candelaria, el carnaval de Veracruz y la Cumbre Tajín ya pasaron. Es dinero de todas y todos los que pagamos impuestos y nadie ha dado una respuesta seria. Tierra al asunto y olvido que la memoria mexicana es flaca….

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