México, país corrupto


Sanjuana Martínez
julio 15 de 2013

¿Quiénes son los mayores corruptores de México?… Los partidos políticos, los legisladores, el Poder Judicial y los servidores públicos. En este país, todas las licitaciones del Estado están sometidas a la corrupción del Gobernador en turno y sus funcionarios. La corrupción, ese mal endémico de México, se extiende como un cáncer por todo el país. Desde el nivel más alto al más bajo, está presente en todas las oficinas gubernamentales, judiciales, policiales. Para que exista, la corrupción necesita un corruptor y un corrompido. No sólo es corrupto quien exige una componenda a cambio de un servicio, sino quien está dispuesto a participar en esa transacción que a veces es clandestina; otras más, descaradamente visible. Corrompe el agente de tránsito que pide mordida, pero también el que le paga para evitar una multa; corrompe el líder sindical para no dar aumento a los trabajadores, pero también el empresario charro que está dispuesto a darle eso que por ley le corresponde a sus obreros; corrompe el funcionario público que exige un 15 por ciento de comisión a cambio del contrato gubernamental, pero también el empresario que prefiere pagar cualquier precio a cambio de tener un jugoso contrato del Estado; corrompe el funcionario menor para acelerar un trámite, pero también quien paga para no esperar el tiempo reglamentario; corrompe el gobierno que está dispuesto a silenciar a la prensa, pero también el periodista que acepta componendas a cambio de vender su pluma…

El último Barómetro de la Corrupción Global 2013 realizado por Transparencia Internacional (TI) resulta vergonzoso porque coloca a México en el segundo lugar mundial de corrupción; el primero lo tiene Argentina y el tercero Venezuela. En este tremendo segundo lugar, la encuesta del TI es reveladora: el 91 por ciento de los mexicanos consideró que los partidos políticos están sumidos en la corrupción, seguidos por un 90 por ciento que piensa lo mismo de las policías y un 87 por ciento de los funcionarios públicos. Luego le sigue el Poder Legislativo y el Judicial con un 83 y 80 por ciento respectivamente.
Revelador resulta encontrar que entre los entes peor valorados en cuanto a honestidad están los medios de comunicación. Los mexicanos consideran muy corrupta a la prensa con el 55 por ciento, algo digno de analizar por los periodistas. Los multimillonarios contratos gubernamentales de la llamada “publicidad” entregados a manos llenas a los medios de comunicación se perciben también como métodos que se prestan a la corrupción. ¿Hasta dónde este dinero es para pagar publicidad y no para pagar silencios o propaganda?
El Barómetro Global de la Corrupción elaborado por Transparencia Internacional tiene las respuestas de 114.270 personas en 107 países y destaca el hecho de que los mexicanos considera a los “hombres de negocios” muy corruptos con el 51 por ciento. Esta es la única encuesta mundial de opinión pública que releva las perspectivas y experiencias relacionadas con la corrupción y el 52 por ciento de los mexicanos considere que en los dos últimos años la corrupción ha aumentado considerablemente y más aún, que un 79 por ciento crea que es un problema muy serio que afecta al país. Pero esto no parece importarle a nuestros legisladores quienes tienen detenida desde hace nueve meses la creación de una Comisión Anticorrupción que no ha obtenido el consenso suficiente para su aprobación.
Enrique Peña Nieto, como Presidente electo, propuso la creación de esta comisión que en el fondo es pura simulación, ya que no podrá emprender acciones penales contra los funcionarios corruptos, sólo administrativas. Peor aún, el Ejecutivo quiere que la comisión dependa de la Procuraduría General de la República (PGR) algo que evidentemente coarta su esquema de acción.

Es necesario dividir el monopolio de la acción penal. Ya sabemos en qué condiciones se encuentra el corrupto Ministerio Público y para ello se requiere una reformar de todo el sistema constitucional. ¿Estará dispuesto a crear una verdadera Fiscalía Anticorrupción el gobierno de Peña Nieto para sancionar a los propios priístas corruptos de su gobierno? Lo dudo. ¿Quién sería el titular de esta fiscalía? Seguramente alguien propuesto por el gobierno, pero ratificado por el Senado, cuando en realidad debería ser nombrado directamente por el Senado sin el dedazo del Presidente en turno. ¿Aceptará el PRI de Peña Nieto que la Comisión Anticorrupción esté dividida en tres estamentos con facultades de investigación y persecución de servidores públicos e incluso particulares como los empresarios contratistas que incurran en actividades ilegales como la entrega de sobornos en los tres niveles de gobierno? Difícil de creer que será el propio PRI, con su larga historia de corrupción, el que esté dispuesto a poner candados y sanciones penales a sus funcionarios, políticos, legisladores, senadores, jueces, ministerios, policías y demás integrantes del Estado. ¿Y cuál será el lema del “nuevo” PRI?… ¿“Di no a la corrupción o la corrupción somos todos”… frase emanada de los excesos y las malversaciones del gobierno de José López Portillo que aún perdura en las filas y los gobiernos del tricolor?…

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