Los muertos de Calderón II (Guillermo Manzano)
Hace un año, en estas mismas páginas, escribí sobre el gobierno calderonista. Dije que era un gobierno genocida, peor que el Gustavo Díaz Ordaz y el de Luis Echeverría Álvarez. Al transcurso de los meses refrendó lo dicho: es el gobierno civil que mas muertos ha provocado en el México contemporáneo.
Perdido en el delirio, acosado por sus pesadillas y envuelto en sus temores, Felipe Calderón pasará a la historia como un presidente marcado por la sangre de miles de compatriotas. Criminales y civiles todos son mexicanos. Faltan dos años para el término de su gestión y la cuenta oficial registra más de 30 mil difuntos. Fieles o infieles no importa, son miles de familias enlutadas por la inoperancia e ineficacia de un gobierno.
En 10 años los panistas demostraron para qué quieren gobernar. Frivolidades, locuras y aliados de la muerte. Tal pareciera que la generación de empleos tan prometida tiene que ver con el oficio de sepultureros. Las inversiones son en funerarias y florerías. Fracaso tras fracaso tomaron como paradigma el viejo priismo rancio y obsoleto. Un quehacer político que ni los mismo priistas se atreven a resucitar. Para eso querían el poder. Para eso querían gobernar: para dar pena y luto en las familias mexicanas. Para atemorizar al grueso de la población y para vendernos una guerra maniquea: buenos contra malos.
Felipe Calderón llevó al país a una confrontación de sangre y muerte. Podrido en sus entrañas el Gobierno Federal no pudo legitimarse. Ni en lo ético ni en lo político. Hicieron de las instituciones del Estado extensiones para saciar venganzas y hacer negocios; verbigracia: la Procuraduría General de la República.
Noviembre nos trae recuerdos. Dicen que las ánimas regresan para degustar de los placeres terrenales ido. El otoño es nostálgico. Hojas que caen en un strip tease lento y cadencioso que los árboles regalan a quién aún tiene tiempo de observar su entorno. Un breve reposo que nos haga olvidar los baños de sangre.
Tiempos violentos sacuden al país. Pero también tiempos de negligencia y corrupción. ¿Ya olvidaron a los 49 niños quemados en la Guardería ABC en Sonora?, ¿los adolescentes masacrados en Ciudad Juárez?, ¿los estudiantes del Tecnológico de Monterrey a quienes ofendieron su memoria para cubrir la estupidez de unos soldados?, ¿los más de 40 mil electricistas despedidos de Luz y Fuerza? (quedarse sin trabajo en un país como el nuestro, es una muerte en vida, lenta y segura).
Si Felipe Calderón y su gabinete ya olvidaron todos estos hechos, tenga por seguro que los miles de familias afectadas directamente no lo han olvidado. Las viudas y huérfanos no lo han olvidado. Los padres y madres que perdieron a sus hijos (eufemísticamente le llama el gobierno daño colateral), tampoco lo han olvidado. La novia que perdió a su pareja o la recién casada, créame, tampoco lo han olvidado.
Felipe Calderón rinde culto a la muerte. Se ha vuelto su más fiel seguidor desde que asumió la presidencia. No lo puede negar. Ningún gobernante le ha brindado tantas vidas. Ningún gobernante ha truncado tantos sueños. Hoy tiene mucho que celebrar. El altar que ponga en Los Pinos o su fiesta de jalogüin, serán las más vistosas y grandes, no sólo de México, sino allende las fronteras sabrán que el Presidente de México, es un presidente de la muerte.
Comentarios