Agustín Lara y Gabilondo Soler, exitosos compositores de Veracruz ( Lorenzo Franco Aranda)
Ambos de octubre
Al comenzar el siglo XX nacieron en Veracruz -uno en Tlacotalpan y otro en Orizaba, ambos en este mes- dos niños que a través del piano cuando fueron adultos, alcanzaron fama mundial impulsados a través de los micrófonos de la legendaria radiodifusora XEW, “La voz de la América Latina desde México”: Agustín Lara Aguirre (30 de octubre de 1897) y Francisco Gabilondo Soler (6 de octubre de 1907)
Si bien la temática de sus canciones fue diametralmente opuesta, hubo un común denominador en la formación previa de ambos compositores. Tanto Lara como Gabilondo incursionaron en diversas actividades para sostenerse econonómicamente siendo adolescentes, aun cuando procedían de familias de clase media acomodadas, donde no faltaba el piano en la sala de sus respectivas casas.
El temperamento independiente de Agustín y Francisco los llevó a alejarse del hogar paterno en busca de aventuras románticas, en las postrimerías de nuestra Revolución que el 20 del mes próximo cumple 100 años de haberse iniciado.
Ambos artistas veracruzanos comenzaron ganándose la vida como músicos, amenizando tertulias familiares, acompañando a otros en efímeras orquestas en carpas y teatros de revista e incluso, como solistas en centros nocturnos de baja ralea en la ciudad de Mèxico.
Gabilondo Soler fue campeón de natación y quiso ser boxeador. También debutó como novillero, alternando con figuras como Lorenzo Garza. Empero, siempre le ganó su vocación artística tocando el violín, el acordeón y el piano, donde se hizo popular con el apodo de “El guasón del teclado”.
XEW, la cuna de sus éxitos
En la década de 1930, cuando comenzó en nuestro país el auge de la radiodifusión comercial, la visionaria actitud del empresario Emilio Azcárraga Vidaurreta contrató entre una pléyade de artistas a los jóvenes músicos veracruzanos Agustín Lara y Francisco Gabilondo, a quienes por su talento y composiciones originales cedió tiempos completos para trasmitir sus programas.
En el caso de Lara, don Emilio le otorgó “La hora azul” -de antología en los anales de la XEW- donde el tlacotalpeño estrenaba una canción por semana, teniendo como intérpretes a los mejores cantantes del momento, mujeres y hombres que como solistas también habrían de destacar.
Los de Lara eran boleros donde se sublimaba a la mujer, aunque tambièn compuso tangos, pasodobles, schotis, marchas y otros temas.
Cri Cri, el cantante de los niños
Por su parte, Gabilondo Soler recibió el encargo de Azcárraga Vidaurreta de cubrir con sus temas infantiles una hora, de lunes a viernes a las 18:45 horas.
Fue el gerente de la XEW, Othón M. Vélez, quien le sugirió crear el personaje central de una trasmisión donde los protagonistas fueran animalitos. Así nació “Cri Cri, el grillo cantor”.
Con sus ingenuos personajes, el músico orizabeño también compuso marchas, valses, tangos, pasodobles y hasta danzones, que fueron los temas favoritos de las generaciones infantiles que nacieron a partir de 1940, no sólo en México sino en otros países igualmente se popularizaron.
Después de muchos años de disfrutar el éxito de sus respectivos programas radiofónicos, presentaciones en vivo, actuaciones en televisión, películas biográficas y grabaciones de algunos de sus mejores temas con orquestas sinfónicas de renombre mundial, Lara y Gabilondo se retirar a la vida privada, antes de cumplir su cita final con el destino.
Justo reconocimiento a estos músicos veracruzanos
Después de 50 años de sus modestos inicios, el gobierno del Estado -a través del Instituto Veracruzano de Cultura- les organizó sendos homenajes con el afán de reconocer sus aportaciones artísticas y perpetuar su memoria entre las nuevas generaciones.
Dentro de las conmemoraciones para ambos compositores, el IVEC publicò el libro “Cri Cri, el mensajero de la alegría”, escrito por José Antonio Alcaráz con el copatrocinio del INBA y CONACULTA.
También destacaron los festejos en honor a Lara en su museo de la Casita Blanca de Boca del Río, donde existe una reproducción del legendario teatro-estudio “Azul y Plata” de la XEW, cuna de sus grandes éxitos.
Lamentablemente, Agustín Lara Aguirre y Francisco Gabilondo Soler han sido olvidados en Xalapa, donde autoridades municipales e intelectuales al parecer los siguen mirando con envidioso desdén, pues no existe en la culta ciudad una calle, una plaza, un teatro o una estatua que perpetúe su memoria.
Sin embargo, ambos perduran en el gusto del ciudadano común, a quien dedicaron sus creaciones y con eso basta.
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