A Pie de Calle: enemigos y hermanos

Guillermo Manzano

La escena es recurrente conforme se camina por las banquetas xalapeñas. Ruidos provocados por los claxonazos de automovilistas histéricos. Mentadas de madre y gritos. Uno observa. ¿Cómo no observar la metamorfosis del humanos en bestia? La anarquía, el caos, el infierno motorizado. Eso vivimos quienes aún insistimos en caminar por la otrora Atenas Veracruzana...
Xalapa es una ciudad que perdimos los peatones. Hemos de sortear los vehículos estacionados en las banquetas. En las rampas para minusválidos. Hemos de brincar entradas improvisadas que destrozan el paso peatonal. Todo para la seguridad del automóvil y confort de sus dueños.
Lo que se ve no se niega. Por eso Tomás introdujo su mano en un costado del Cristo, porque hay que ver y tocar para creer. Pero no metamos mano en oquedades divinas. Veamos los datos. Esas cifras que cada uno acomoda según sus intereses..
Hace dos años Xalapa tenía un padrón vehicular de 163 mil 392 autos. El 91 por ciento son de uso privado y el cinco por ciento de servicio público. En la última década se incrementó el número de vehículos particulares. Cosa curiosa si consideramos que el 79.4 por ciento de la población labora en actividades terciarias. Vamos, son empleados y dependientes de comercios chiquitos y grandotes.

Foto: Sheyla Fuertes

Como se sabe, y si no lo sabe le transcribo un parrafito del Plan Municipal de Desarrollo: ‘Los principales motores económicos de Xalapa son el sector gobierno con sus servicios públicos, los servicios privados y el comercio. La distribución de la Población Económicamente Activa en Xalapa muestra que la mayoría se encuentra trabajando en el sector servicios gracias a que en los últimos años ha habido una fuerte expansión empresarial basada en el comercio mediante la apertura de tiendas departamentales, de conveniencia y de autoservicio’.
No sé, habría que proponer un cambio de nombre, algo acorde con nuestras realidades. Quizá Ciudad Chedraui o Casa Ahued. Posiblemente Fastioxxolandia la ciudad de las 24 X. Pareciera que estas y otras empresas pagaran sueldos más que justos donde permiten que buena parte de la población (digo, casi el 80 por ciento) tiene chance comprar su ‘carrito’.
Sin duda, al menos para mí, la posesión de un vehículo es una cuestión de estatus, de vaina sociocultural dejando lo económico a un lado. Hay que ‘traer nave’ para ser humanos. O lo que es lo mismo: es más triste andar a pie.
No importa que nos endeudemos por años. Que el aguinaldo, la tanda y el préstamo se vayan en la compra de una camionetota. Lo que importa es tenerla. Total, para los pagos de tenencia y mantenimiento, Dios proveerá. Y si no, pues le ponemos un ‘celofán rojo’ a la calavera o un ‘plástico’ en lugar del medallón. ¡Pues qué chingaos!
Entonces uno entiende esas locuras, esos claxonazos, esos ‘cinco minutos y me quito’, esas dobles y hasta triples filas, ese no tener para pagar un estacionamiento. Porque esos pobres seres están condicionados a sufrir cada mes su gasolinazo, a pagar la letra en la agencia, el seguro que a huevo les metieron en la compra del auto, los intereses del préstamo. Eso no es vida. Por eso andan así, locos de contentos.
Pero la anormalidad es la madre de todas las caminatas. Por eso a Xalapa se le conoce y se le reconoce cuando la vemos A Pie de calle…

prensavendida.com

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