Rúbrica: La necedad y la farsa de la unidad
Aurelio Contreras Moreno
A unos días de que se defina públicamente la candidatura
del Partido Revolucionario Institucional a la gubernatura del estado de
Veracruz, el duartismo echó su resto para tratar de incidir en la decisión
final.
En lo que a todas luces es una
gacetilla –inserción pagada disfrazada de información periodística– este lunes
el diario capitalino El Universal publicó una supuesta encuesta realizada por
ese medio en la que, de manera “milagrosa”, el dirigente estatal del PRI,
Alberto Silva Ramos, aparece como el aspirante priista con el mayor número de
opiniones positivas entre las personas entrevistadas apenas la semana pasada,
cuando es un total desconocido para el grueso de los habitantes de la entidad.
Por supuesto, dicha
publicación fue retomada por las plumas al servicio de Silva, que de manera
vergonzosa lo ensalzaron casi dando por hecho que será el candidato priista. De
igual manera, difundieron que en unos días la bancada veracruzana del PRI en
San Lázaro se pronunciaría ya fuera en favor del ex alcalde que endeudó
estratosféricamente al municipio de Tuxpan, o bien del coordinador de ese grupo
de diputados federales, Erick Lagos Hernández.
El problema de Silva es que no
hay quien crea en su “súbita popularidad” entre los electores veracruzanos, que
más allá del círculo de la política, ni siquiera saben quién es. Y si lo
conocieran, su opinión sería cualquier cosa menos favorable para este personaje
cuya frivolidad y misoginia ni siquiera se molesta en disimular, y que le
valieron una reprimenda pública de su partido y un ojo morado.
Javier Duarte y sobre todo
Fidel Herrera Beltrán no se resignan a entregar el poder a otro grupo político
y tienen las manos metidas hasta el fondo en el proceso interno priista, pues
si no obtienen para uno de ellos la candidatura a la gubernatura, pretenden
someter a quien sea al final el designado por los factores de poder reales en
el tricolor.
No es fortuito que tras el
semi-destape del senador Héctor Yunes Landa del pasado domingo por parte del
sector campesino priista en un evento multitudinario, el gobernador Javier
Duarte –quien no sigue los consejos de su propia administración sobre el uso de
redes sociales, pues no piensa antes de publicar– dio a conocer en su cuenta de
Twitter un documento en el que los senadores Yunes y los diputados Silva y
Lagos se comprometen a que sólo uno de ellos se inscribirá en el proceso
interno y a mantener la unidad dentro de su partido al momento de la
designación, que estará en manos del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
Dicho documento, cuya firma
fue cabildeada entre los aspirantes por el delegado del CEN priista en
Veracruz, Manuel Cavazos Lerma, tenía el carácter de confidencial y en ese
entendido fue signado. Pero al difundirlo, Javier Duarte volvió a demostrar que
es incapaz de mantener la mínima civilidad política ni de cumplir cualquier
clase de acuerdo que se tome con él.
Muy pronto quedó evidenciada
la farsa de la “unidad” priista. Dos de los diputados federales que habían sido
metidos con “calzador” en la puja de la sucesión, Adolfo Mota Hernández y Jorge
Carvallo Delfín, manifestaron su descontento por haber sido excluidos del
acuerdo.
Carvallo incluso declaró que dicho documento estaba
“fuera de tiempo”, pues aún no se lanza la convocatoria respectiva, y sentenció
que “se podrán poner de acuerdo
unos cuantos, pero ello no significa que sean todos”, mientras amagó con la
posibilidad de buscar la candidatura a la gubernatura apoyado por el Partido
Verde, lo que significaría poner en un predicamento su alianza electoral con el
PRI.
El duartismo-fidelismo no entiende
que su tiempo ya se acabó.
Twitter: @yeyocontreras
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