Mujeres que Saben Latín: Un futuro por crear
Harmida
Rubio Gutiérrez
A principios de los 80, la escritora Rosa Montero,
que en ese entonces tenía alrededor 30 años, escribió una novela en la que se
aventuraba a imaginar un futuro para el año 2010, sobre todo en la cuestión
social. Ella imaginó un mundo en el que las relaciones eran efímeras y
solamente duraban el tiempo en el que la intensidad de sentimientos y vivencias
era alta, después, terminaban. También construyó a su personaje principal, una
mujer de la tercera edad, y exploró muy valientemente lo que se sentía pasar
por los trajines del envejecimiento y empezar a tener la muerte cerca, a través
de su protagonista.
Esa novela como muchas otras, han
vaticinado el presente que ahora vivimos. Un mundo en el que existen menos
conexiones entre personas y más conexiones virtuales. Una realidad económica y
política que solo deja incertidumbre y desesperanza. Lo que vivimos ahora se ha
previsto hace varios años, pero hay que decir que en estas historias
premonitorias, no se ha pensado a mucha profundidad en el futuro de las
mujeres. Nunca antes en la historia de la humanidad ha habido tantas mujeres
solteras o divorciadas, que vivan solas, o que no dependan totalmente de un
hombre que las mantenga, tampoco ha habido tantas que hayan decidido no tener
hijos. Por supuesto, nuestro futuro no será igual al de nuestras abuelas. Pero además,
hay que hablar del momento económico y político en el que nos encontramos, con
muchas más mujeres involucradas en espacios de poder, gracias al feminismo y a
otras mujeres que han abierto brecha; pero también con muchas otras que aún
siguen sufriendo las consecuencias de la desigualdad.
Hace pocos días en Xalapa Veracruz, cientos
de jubilados, hombres y mujeres, se manifestaron en frente al palacio de
gobierno, para exigir lo que es su derecho, el pago de sus pensiones. Como
respuesta hubo silencio, y también algunas agresiones. Personas que ya lo han
dado todo en el trabajo, por muchos años, recibieron a cambio indiferencia y el
llamado a que se callaran. Resultaron incómodos para un gobierno al que no le
interesan sus viejos, un gobierno al que le tiene sin cuidado el futuro de su
gente.
memobares/foto |
Ante esta situación ¿qué podemos hacer? En
primer lugar para resolver lo que ahora mismo es necesario, que se cumplan los
compromisos que tienen las instituciones con las personas, por derecho. Pero
además, qué podemos hacer quienes todavía no llegamos a esa edad, pero que de
repente imaginamos ese futuro y nos estremecemos del miedo y la incertidumbre.
Si de por sí envejecer es un proceso
difícil para el ser humano, para las mujeres es ahora mucho más duro que antes.
En un mundo que nos exige que seamos siempre jóvenes, bellas y fuertes, en un país
que no da cabida a mujeres mayores en lo laboral, en un estado que no tiene
resuelto qué hacer con mujeres de la tercera edad. Habrá que reflexionar y
tomar acciones en lo personal (salud física y mental, trabajo, economía, compañía)
pero también en lo social y en lo político. No es sólo problema de cada persona
ver por su futuro, es del Estado, de las instituciones. Necesitamos
transformarlas para poder asegurarnos un porvenir con algo de luz.
Ante este oscuro panorama, como siempre,
queda la esperanza, sin la que es imposible sobrevivir. Hace poco leí un texto
de una querida amiga, Trinidad, de 88 años que he adoptado como mi abuela, ella
dice: “no me gusta pensar que todo tiempo pasado fue mejor, fue diferente”, así
que asume las cosas positivas de cada momento que le ha tocado vivir y las hace
propias, y también dice: “en un futuro cercano, lo que estamos viviendo ahora,
será pasado”. Todas estas nuevas tecnologías y situaciones económicas y
sociales, pasarán pronto a ser aquello que ha quedado atrás.
Así que a pesar de los pesares, en este
momento podemos crear nuestro futuro, aprovechando precisamente la coyuntura
actual, en la que las mujeres estamos viviendo por primera vez espacios y circunstancias
nunca antes experimentadas. Tendamos redes, planifiquemos de maneras distintas
políticas públicas, acciones ciudadanas, ciudades más amables, viviendas dignas,
apoyemos a otras mujeres con menos oportunidades que nosotras; y vivamos el
presente con toda la energía y dignidad que se merece la mujer que seremos en
un futuro.
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