SEGUNDA DECLARACIÓN FILOSOFÍA E INDEPENDENCIA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
En el marco del Primer
Coloquio Nacional de Filosofía organizado por la Asociación Filosófica de
México realizado en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en 1975,
Enrique Dussel, Francisco Miró Quesada, Arturo Andrés Roig, Abelardo Villegas y
Leopoldo Zea, quienes sostenían diversas concepciones filosóficas, coincidieron
en la importancia de suscribir la Declaración de Morelia «Filosofía e
Independencia». Han pasado cuarenta años desde su publicación y por ello
consideramos importante realizar un nuevo balance del quehacer filosófico
actual de América Latina y el Caribe. Es por este motivo que damos a conocer la
presente declaración.
I.
La globalización
La “globalización” es un concepto que se ha utilizado en
diversos sentidos: por un lado, alude a la multiplicación y aceleración de las
transacciones comerciales y financieras propiciadas por la utilización de las
nuevas tecnologías en la actual mutación del sistema capitalista; por otro, se
experimenta una intensa emergencia de múltiples tipos de comunicación local y
global que han modificado las nociones de espacio y tiempo, pero también
implica una miríada de migraciones y desplazamientos de personas de los países
ubicados en el sur a los del norte. La causa de este último fenómeno es que
todo este proceso ha sido dominado por una política económica que ha ampliado y
profundizado la brecha entre ricos y pobres, así como entre los grandes países
desarrollados y los países que han sido mantenidos en el subdesarrollo y la
dependencia. Este proceso se ha repetido al interior de los últimos, creando
inmensas concentraciones de habitantes en las ciudades, en detrimento del
campo.
Es igualmente imperativo nombrar el
impacto violento y destructivo producido por paradigmas que repiten una lógica
neocolonizadora e imperiocéntrica, dañando principalmente a diversas
comunidades vulnerables de nuestros territorios: indígenas, afro-descendientes,
pobres, mujeres, miembros de la comunidad LGBT y de la diversidad sexual, migrantes, así como
un amplio espectro de comunidades subalternas, desplazadas y arrebatadas de sus
derechos básicos.
Algunos de sus resultados son: el
insoportable incremento de la pobreza; la deformación de las culturas; la
superficialización de las visiones del mundo por el dominio del mercantilismo
promovido mediante múltiples formas de enajenación a través de los medios
masivos de comunicación.
Por estas y otras muchas razones, en este
Coloquio se estudió críticamente, y, desde diferentes perspectivas, el fenómeno
de la globalización y la descolonización, buscando alternativas teóricas
discursivas y prácticas en donde se luche en contra de los efectos nocivos de
estos procesos y se defienda el bienestar humano y planetario.
II. El neoliberalismo
Mediante la globalización se ha tratado
de justificar el modelo neoliberal, basado en la privatización de todas las relaciones
humanas, como una forma de propiciar el desarrollo de los pueblos. Se ha
insistido, como ocurre en muchas partes del mundo, en que se requiere poner a
disposición de las grandes transnacionales los bienes nacionales; las
industrias básicas; el agua; servicios como la salud, la educación, y otros.
Este modelo ha sido impuesto por las grandes agencias financieras como el FMI
(Fondo Monetario Internacional) y el BM (Banco Mundial) y guías del desarrollo
como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). En buena medida, un destacado número de países
han sido inducidos a adoptar dicho modelo e impulsar una serie de políticas que
buscan ajustarse a esas tendencias. La prioridad es atender a las
necesidades de los grandes países altamente tecnificados, así como de las
grandes transnacionales. Los países que siguen dichas direcciones se limitan a
promover la subordinación y la dependencia, dejando de lado sus propios
intereses y las características y necesidades de sus pueblos. Afortunadamente
algunos países del Caribe, de centro y sur de América han buscado una solución
propia de carácter progresista, pero no dejan de estar sujetos a estas
presiones globales.
En gran medida, problemas como el tráfico de
drogas y armamentos; los conflictos políticos, étnicos y religiosos; las
migraciones desde los países pobres y la protección del medio ambiente, son
problemas generados por el llamado nuevo orden neoliberal y se han configurado
en las nuevas amenazas a la paz y la seguridad internacionales. Si se prefiere,
como acertadamente señaló Frei Betto: «Vivimos en un mundo desequilibrado por
la desigualdad social, la devastación ambiental, la discriminación étnica y
racial. Un mundo hegemonizado o, si se quiere, globocolonizado por la
prepotencia del capital, la idolatría del mercado, la hipnosis colectiva
inducida por medios de comunicación que no se interesan en formar ciudadanos,
sino consumistas». En este contexto la filosofía en América Latina y el Caribe
frente al desafío del crecimiento de la pobreza y la desigualdad, resulta un
instrumento necesario para comprender, interpretar y plantear propuestas
alternativas para modificar esa compleja realidad.
III. Función crítica de la
filosofía
Entre los aspectos centrales sobre los que debe operar la
ética y la política en América Latina y el Caribe, se encuentra la cuestión de
la pobreza, pues en diversos países gran parte de la población vive
(desde las categorías socioeconómicas) en condiciones de pobreza y extrema
pobreza. Condiciones que son consecuencia de las dinámicas
histórico-estructurales del modelo de desarrollo capitalista en la región.
Pero a esa pobreza se le identifica no únicamente como una realidad
abstracta, teórica y estadística. También tiene un submundo de rostros e
historias frustradas e incompletas, ante la insatisfacción de bienes básicos
materiales y culturales. La pobreza es una de las versiones de la desigualdad
social, que se manifiesta en la diferenciación de oportunidades de todo tipo,
tanto en el sustrato de clases o grupos sociales, como a nivel
individual.
En esta dirección, nos hemos de preguntar
sobre el papel que juega la filosofía en esta realidad latinoamericana,
respondiendo que la filosofía tiene una función crítica de esa realidad histórica,
así como una función propositiva de colaborar en la formación de sistemas
sociales diferentes que anulen las condiciones de deshumanización. La filosofía ha propuesto
nuevas concepciones sobre la justicia, y recientemente en contra de lo que no
puede ser tolerable por injusto. Si la filosofía no lleva a cabo el
ejercicio de filosofar sobre la realidad, entonces, ¿sobre qué piensa? El
objeto de la reflexión filosófica es también, con la ayuda de las ciencias
sociales y las humanidades, escrutar las causas de la pobreza y desigualdad y
visualizar soluciones. Por ende, resulta tarea urgente para la reflexión de la
filosofía en nuestra América responder a la emergencia humanitaria de millones
de personas y pueblos de nuestra región y el mundo. De igual forma, una de las ramas principales de la filosofía es la
ética que implica el análisis de sus relaciones con la política. Es uno de
nuestros deberes combatir la perniciosa tendencia actual de desarrollar una
política sin ética, aunque siempre se pretenda esconder tras ideologías como
las un pseudo bien común o las de un “bienestar para todos”, cuando lo que se
busca, en el fondo, es solamente el poder para enriquecerse. La política, en
uno de sus aspectos, es el diseño de una estrategia para el cambio, pero
requiere estar fundada en una ética que implique una verdadera lucha por
erradicar la pobreza, la desigualdad, la opresión y la injusticia.
Foto: Luis Ayala |
IV. La marginación de las
humanidades y de la filosofía en la educación
En las últimas décadas, se ha observado
una tendencia hacia la marginación de las humanidades y dentro de éstas, una
eliminación de la filosofía en la educación. Organismos
tan importantes como la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo
Económico) han propiciado, a través de sus programas educativos una prioridad
de lo tecnológico y lo mercantil en la Unión Europea, América del Norte y
América Latina, entre otros grupos de países. El
menosprecio de las humanidades y la filosofía en la educación formal e informal
es un hecho muy grave, ya que priva a los individuos y las comunidades de
recursos teóricos para poder comprender el complejo mundo en que vivimos y para
proponer soluciones de justicia para los graves problemas que afectan a la
humanidad. Como lo propone la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura) a través del libro, La filosofía, una
escuela de la libertad, la filosofía debe ser enseñada a los niños, los
adolescentes y los adultos, para que
puedan contribuir a la construcción de un mundo mejor.
En
el siglo XX y lo que va del XXI, hemos conocido avances extraordinarios en el
orden científico-técnico, pero también tragedias inauditas como la Segunda
Guerra Mundial, el holocausto y el lanzamiento de la bomba atómica en
Hiroshima y Nagasaki; la destrucción despiadada de antiguas civilizaciones del
Medio Oriente y los actos injustificables de terrorismo en contra de personas
inocentes en Occidente.
Existe una
explotación irracional de los recursos naturales y humanos; el aire que se
respira en las ciudades y el agua de los ríos y mares están siendo
contaminados; se han realizado maravillosos descubrimientos en la genética que
pueden prevenir enfermedades, pero también existe la amenaza latente de la
clonación de seres humanos. La comunicación, gracias a la internet, es
vertiginosa y acerca a los seres humanos, sin embargo, también puede aislarlos
y enajenarlos. Es por todo esto que los ciudadanos requieren urgentemente de la
filosofía, ya que ésta les permitirá encontrar un horizonte de sentido para su
existencia. La filosofía es la única disciplina que hace a las personas tomar
conciencia de sí mismos y del mundo en que viven y al mismo tiempo,
comprometerse con las mejores causas de la humanidad. Por esta razón, en
nuestra América la filosofía debería ser enseñada, de manera eficaz para elevar
la conciencia de todos los ciudadanos hacia un mundo más justo y plenamente
democrático.
V. Filosofía y Teología de la
Liberación
Nadie puede negar que actualmente la exclusión se muestra
como más injusta y creadora de más víctimas aún que la explotación y que la
globalización, promovida por la ideología neoliberal –que se autoproclama
“pensamiento único”– parece dejar menos fisuras para alternativas que la Guerra
Fría de otro tiempo. Es en este contexto que la propuesta de la Filosofía y la
Teología de la Liberación como crítica de las ideologías que se oponen a la
emancipación económica, política y cultural, no sólo goza de una indiscutible
actualidad, sino que ahora más que nunca se vuelve una exigencia. Pues su
opción teórica y ético-política por los pobres se concretiza en una opción por
los excluidos, sean pueblos, grupos sociales o personas, los cuales representan
hoy la mayor parte del mundo global y de América Latina.
La «liberación» humana integral -de todo el
ser y de todo hombre y mujer, sobre todo de los pobres, oprimidos y
excluidos– como tema de reflexión, como actitud existencial y política y
como práctica histórica, teórica y filosófica, es hoy más necesaria y urgente
que nunca.
De ahí que permanezca como necesaria una
reflexión desde y sobre la liberación, que –en forma interdisciplinar– sea al
mismo tiempo: radicalmente crítica –abarcando integralmente a la persona, la
sociedad y la realidad histórica actuales–.
Por lo demás, la opción por los
empobrecidos y excluidos (víctimas históricas) es universalmente humana, ya que
se trata precisamente de la opción por lo humano integral ante la globalización
de la deshumanización y de la indiferencia, y sigue siendo hoy un instrumento
útil para desenmascarar la historia de justificaciones para la marginación y
para dinamizar un pensamiento movilizador de prácticas sociales liberadoras.
La beatificación del arzobispo Óscar Arnulfo
Romero este 23 de mayo del 2015, tiene un poderoso simbolismo para toda la
región e incluso para el mundo entero. En pocas palabras, se puede decir
actualmente, que bajo el pontificado de Francisco, la Iglesia católica recupera la preocupación por los grandes
temas que afectan a la humanidad.
En los años setentas, la teoría de la
dependencia, la pedagogía de Paulo Freire, la obra de Franz Fanon
(particularmente Los condenados de la tierra); el nuevo impulso de la
literatura latinoamericana y la Teología de la Liberación, fueron los
antecedentes principales de la Filosofía de la Liberación. La Teología de la
Liberación fue censurada, porque se consideraba que algunos de sus defensores
estaban demasiado cerca de la doctrina marxista y de los movimientos políticos
de extrema izquierda. Sin embargo, hoy en día también se ha visto una
recuperación de la Teología de la Liberación, principalmente en las figuras de
Gustavo Gutiérrez y Leonardo Boff, lo que permite una nueva formulación de la
opción por los pobres planteada en Medellín en la Conferencia Episcopal
Latinoamericana de 1968.
Ante este escenario, se plantean las
siguientes cuestiones: ¿de qué manera se puede desarrollar un nuevo diálogo
entre los creyentes y los no creyentes en torno a la cuestión social en América
Latina? ¿Qué participación deberían tener los creyentes en el diálogo
democrático de sociedades cada vez más secularizadas, como las de América
Latina, y en el marco de estados laicos? ¿Se puede pensar en la formulación de
una nueva Teología y una Filosofía de la Liberación más allá del final de la
Guerra Fría? Y en términos más amplios: ¿cuál es el rol que pueden jugar la
Filosofía Latinoamericana en el plano nacional e internacional a partir de las
cuestiones anteriores? Y, ¿de qué manera se puede efectuar un nuevo diálogo
democrático crítico en América Latina?
VI. La filosofía de los
pueblos originarios
La Filosofía Latinoamericana se ha normalizado como
actividad reflexiva de carácter inclusiva, por lo que ha dado cobertura a la
recuperación del pensamiento de los pueblos originarios. El despertar de la
autoconciencia de éstos se viene
sustanciando como su filosofía, constituyéndose en uno de los aportes de mayor
relevancia en el enriquecimiento de la filosofía mundial.
Amparados en diversidad de documentos, donde
se condensa su proverbial rebeldía, los pueblos originarios han asumido su
propio pensamiento en confrontación con diversas expresiones del indigenismo.
De modo que su filosofía la sustentan mediante la crítica radical a las
consecuencias negativas de la civilización occidental, desde una perspectiva
anticapitalista y descolonizadora.
Entre los principios de esta corriente de
pensamiento destacan la autonomía, la identidad, el comunitarismo y su
concepción sobre la naturaleza. Las consecuencias de dichos principios
constituyen los fundamentos de su proyecto societario, codificado en países
sudamericanos con la expresión del buen vivir.
La praxis de tales principios son los aportes
de la filosofía de los pueblos originarios para forjar nuevas relaciones
sociales y propugnar la formación de un nuevo ser humano, con espíritu
comunitario en la promoción de relaciones armónicas con sus semejantes, con la
naturaleza, con el mundo y con el cosmos, regida por los valores de su vida
cotidiana como el comunalismo; el respeto a la dignidad; el amor a la
naturaleza y a sus saberes; la rectitud; el cumplimiento a la palabra
comprometida; la promoción de la espiritualidad; la justicia; la
libertad; la paz: «entre los individuos como entre las naciones, el respeto al
derecho ajeno es la paz», y la solidaridad.
Todo esto se puede igualmente
considerar de las comunidades latinoamericanas que tienen raíces en el África
bantú.
VII. La pluralidad de la
filosofía latinoamericana
Para terminar, y repitiendo lo ya dicho al comienzo de esta
Declaración, no podemos olvidar los nuevos movimientos sociales que también
luchan por la liberación en el horizonte del género con el feminismo, en el de
la raza con la afirmación de una América Latina de color; de los movimientos populares,
de la tercera edad; de la niñez empobrecida, de los barrios marginales de las
grandes urbes, del clásico movimiento obrero y campesino, de la conciencia
ecológica creciente, de la defensa de los derechos humanos en favor de las
víctimas de la violencia de Estados neocoloniales y de muchos otros movimientos
que sería largo enumerar.
La crítica situación por la que
atraviesan los países latinoamericanos ha propiciado que un importante grupo de
filósofos haya priorizado ciertas temáticas como las mencionadas, sin embargo,
consideramos necesario que todas las interpretaciones filosóficas tomen también
a su cargo la problemática mayor para que pueden contribuir al enriquecimiento
de sus planteamientos y soluciones.
Finalmente, nos sumamos a las personas
e instituciones internacionales que han condenado y exigido el esclarecimiento
de las desapariciones forzadas y asesinatos de líderes obreros, campesinos,
indígenas, estudiantiles, periodistas, etc., así como la violación de los
derechos humanos, hechos estos que atentan contra la dignidad de los pueblos de
nuestra América.
México, D.F., 26 de noviembre
de 2015
Firman: Enrique Dussel Ambrosini, Gabriel Vargas Lozano, Alberto Saladino
García, Adalberto Santana Hernández,
Amalia X. López Molina, Pablo Lazo Briones Lazo, Juan Carlos Casas García, Ángel Francisco
Méndez Montoya, Juan Carlos Scannone, Pablo Guadarrama González, Diego
Irarrazaval, Carmen Bohórquez, Ambrosio
Velasco, Francesca Gargallo Celentani, Dejan Mihailovic Nikolatevic, Miguel
Romero Griego, Juan Manuel Contreras Colín, Francisco Castro Merrifield,
Natalio Hernández, Gustavo Escobar Valenzuela, Pablo Ruiz Murillo, Manuel Bolom
Pale, Diego Muñoz Ortíz, Rubén Betancourt García, Carolina Flores Langarica y
otros más.
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