Una estatua con mala estrella
Vivian Martínez
Sentado ante su piano, Agustín
Lara se ve abatido. No tiene una mano ni un pie. Su expresión no parece de
nostalgia sino más bien de indignación. Y es que al parecer, la estatua del
bolerista por antonomasia fue víctima de aquellos “con alma de pirata”, aún
antes de haber sido inaugurada.
Su autor, el escultor Héctor
Cabañas Álvarez, quería otorgarle a la capital veracruzana la oportunidad de
tener una figura para recordar al “Flaco de Oro”. Para ello se dio a la tarea
de presentar un proyecto al Ayuntamiento de Xalapa que incluía no solo la
escultura del músico sino también un espacio dedicado a él: el parque “El
Farolito”.
La escultura no estaba finalizada.
Le faltaba la pintura y el acabado. El material es un tipo de concreto pintado
de blanco, lo que le da un aire todavía más desolador al compositor.
Aún no había sido inaugurada pero ya
había sido instalada en el pequeño parque formado entre las calles Heroico
Colegio Militar y José Azueta de la zona Centro. Semanas después apareció
mutilada, sin la mano y el pie derechos, en lo que parece ser una agresión
intencional.
La viuda de Lara, la señora Vianey
Lárraga, acaba de estar en Xalapa para platicar del proyecto; es una de las
personas más interesadas en que la figura se realice en bronce. Sin embargo
para el escultor esa no es una buena idea, considerando que en el mercado negro
ese metal se vende hasta en 100 pesos el kilo, y que los vándalos están a la
caza de oportunidades.
Proyecto en riesgo
El proyecto de la estatua de
Agustín Lara para Xalapa nació con mala estrella. Su autor ha puesto en él
mucho empeño pero se ha topado con autoridades negligentes que no han sabido, o
no han querido, hacer su trabajo para conseguir aterrizar los recursos económicos
que lo hagan realidad.
Con todo, el proyecto se realizó. Hace
unos años inició con una maqueta de Lara sentado ante su piano, en su típica
actitud pensativa, apoyando la cabeza en una mano y con las piernas cruzadas.
Para su instalación, Cabañas Álvarez
financió y llevó a cabo una consulta entre los vecinos de las calles Heroico Colegio
Militar y José Azueta, en la Zona Centro, para saber si estaban de acuerdo en
que se colocara en el pequeño parque situado en la confluencia de esas calles.
Recibió la anuencia del vecindario.
Cuando todo estuvo listo para
arrancar, se le presentó a la entonces alcaldesa xalapeña Elizabeth Morales
García, quien a su vez lo canalizó con su coordinador de Arte y Cultura,
Enrique Salmerón Córdoba.
Para que el proyecto estuviera más
“amarrado”, Cabañas Álvarez se lo presentó también al diputado federal Uriel
Flores Aguayo en 2012, con la finalidad de que gestionara recursos federales
con qué concluirlo.
A pesar de que había 40 millones de pesos
autorizados para ésta y otras obras que el mismo escultor y otros colegas
estaban proponiendo, etiquetados desde 2012, los recursos nunca llegaron. Se
perdieron en el mar de la burocracia y la desidia.
A principios de 2014 Cabañas
Álvarez dio la buena
noticia de que la administración de Américo Zúñiga Martínez retomaría los
proyectos para que Xalapa tuviera las estatuas y bustos de Manuel Maples Arce,
Josefa Murillo, Francisco Javier Clavijero, Salvador Díaz Mirón, Alberto
Beltrán, Carolino Anaya, entre otras. Agustín Lara también figuraba en esta
lista.
Sin embargo, a más de un año de
haber recibido la promesa del alcalde, aún no ha llegado el financiamiento. “O
a lo mejor ya llegó y a mí no me han dicho nada”, aventura el escultor,
desencantado de tantas falsas promesas.
Vivian Martínez/foto |
El mercado negro del bronce
A principios de este siglo, un
grupo de artistas libres, entre los cuales se encontraba Cabañas Álvarez,
hicieron un censo de las esculturas y monumentos de Xalapa. Muchas se
encontraban mutiladas o de plano habían sido robadas por completo, arrancadas
desde la base, en una medida que parece increíble de realizar.
Y es que el bronce, metal con el que se
erigían casi todas las efigies en los años anteriores, se paga a 100 pesos el
kilo en el mercado negro.
“Las lazan con una soga amarrada a
una camioneta y las arrancan de raíz, desde la base. Así se las llevan
fácilmente. Y si nadie, ninguna patrulla los veía…así le hacen”, comenta Héctor
Cabañas, uno de los que ya no utiliza ese metal para sus obras.
Por eso es que ahora los
escultores que elaboran los monumentos y bustos están cambiando de materias
primas y utilizando otros materiales, como mármol, granito, hierro y hasta
hormigón, revela.
Con todo, Vianey Lárraga, una de
las esposas que tuvo el “Flaco de Oro”, no quita el dedo del renglón e insiste
en que quiere verlo bañado en bronce. Para ello, propone alzar la base sobre la
que está colocada actualmente la escultura, unos metros más arriba, para evitar
que sea vandalizada.
A lo mejor Agustín Lara esté
destinado a estar más cerca de las estrellas, y no precisamente de la ciudad de
Xalapa.
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