Abogados tras las rejas: Carmen Boullosa



Tomado de El Universal (24 de febrero de 2011)



“El caso de este juicio es en verdad muy notorio -se puede decir que es algo inédito-: los piratas quedaron en libertad, mientras que los abogados fueron puestos tras las rejas”. La frase que cito hoy nos queda muy chica, porque, como bien elabora el espléndido documental Presunto culpable, por norma los inocentes van a dar tras las rejas y los criminales quedan libres (y qué decir de la tragedia de Marisela Escobedo, el asesino confeso libre, los asesinatos de inocentes).
La cita con que empiezo estas líneas es del Courier de Nueva Orleáns, de 1835. Los “piratas” a que hacen referencia (los piratas libres, los abogados tras las rejas) no eran corsarios o filibusteros, sino un oficial de la Marina mexicana en servicio, capitán del buque de guerra Correo Mejicano, y su tripulación. El gobierno central los había enviado a las costas texanas a contener nuestro territorio de contrabandistas y piratas, y a perseguir el comercio de esclavos, ilegal en México y contrario al derecho internacional. Tanto el contrabando, como los piratas y negreros, eran cobijados por los texianos (los anglosajones que vivían en el Texas mexicano).
El capitán del Correo Mejicano, hay que aclararlo, era un inglés, le llamaban Mexico Thompson. México lo había contratado por su experiencia en el mar, y por su eficacia. Era, en efecto, un marino muy hábil. Sus victorias sobre los piratas y contrabandistas en Texas no se hicieron esperar. Pero no era el hombre ideal para lidiar con los ánimos exaltados de los texianos. Era impulsivo, iracundo e incauto. Los texianos ya se habían rebelado contra el gobierno central de México, ya habían sido reprimidos; no tenían ninguna intención de pagar impuestos, y la esclavitud, para ellos, no estaba a discusión.
Le agarraron tirria al capitán Thompson. En parte tenían motivo. Apenas llegar, anunció que confiscaría todos los esclavos que encontrara y los dejaría libres pero, eso sí, después de un año de servidumbre gratuita a su servicio. Capturó una balandra (y la regresó al dueño a cambio de 100 dólares), y se apropió de otra, sin V de vuelta.
Cerca de Puerto Velasco, Thompson usó el altavoz para pedirle los documentos a un buque mercante americano, el Tremont, cuando transfería su carga al barco de vapor texiano Laura (sospechaba que el Tremont transportaba esclavos). Por respuesta, el Tremont, en lugar de tirar por la borda insumos prohibidos o indocumentados (era lo usual, mejor perder una parte y no el todo), simplemente lo ignoró. Thompson envío al Tremont a algunos hombres en un barco de remos a exigir la entrega de documentos. Algunos texianos que observaban la escena desde el puerto, fuertemente armados abordaron el vapor Laura, y se enfilaron hacia el Correo Mejicano y al acercarse a éste comenzaron a disparar contra su cubierta. Desde el puerto, otros texianos lanzaron una bala de cañón al Correo Mejicano, fallando el tiro. Mexico Thompson respondió el ataque.
Entraba a puerto la goleta San Felipe (que llevaba sólo un pasajero, Sam Houston), y se sumó a los texianos.
Me salto al desenlace: los texianos vencieron, victoriosos capturaron capitán, tripulación y Correo Mejicano. Se los llevaron a Nueva Orleáns, y los pusieron a disponibilidad de la ley americana.
El caso United States V. Thompson desató una tormenta diplomática. México externó su inconformidad con la situación -la misión oficial estaba en todo su derecho de exigir ver la documentación del buque extranjero-. Que los americanos hubieran tomado prisioneros marinos mexicanos era un atropello, y seña evidente de que apoyaban a los rebeldes texianos.
Dos célebres abogados tomaron los dos lados del banquillo. Un francés, Soulé, representó los intereses mexicanos. Los abogados se insultaron a gritos, se arrojaron libros y tinteros. El juez los castigó por desacato a la Corte con seis horas tras las rejas -a esto hace referencia la cita-.
Soulé ganó el caso, Thompson salió libre, y los americanos regresaron a México el Correo Mejicano.
Y nada, que he contado esto por lo que escribo: esta especialmente dolorosa la realidad.


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