Tareas pendientes para la democracia (Guillermo Manzano*)


El presente texto fue escrito hace algunas semanas para integrarse a un e-book. No sé, hasta el momento si el proyecto fue concretado, pero pongo a consideración la opinión que tengo del proceso electoral de 2010 en Veracruz.


El proceso electoral de Veracruz del 4 de julio de 2010, mostró que aún hay tareas pendientes en la construcción de una sociedad democrática. Los presentes comentarios son un intento apretado y breve de aproximarme a una realidad compleja.
El Instituto Electoral Veracruzano (IEV), los partidos políticos y sus candidatos, los medios de comunicación y los ciudadanos son los aspectos que comentaré. Por supuesto, hay otros de igual o mayor relevancia, pero esos deben ser motivo de otras entregas y de especialistas versados en la materia (verbigracia el Tribunal Estatal Electoral, la participación de los gobiernos municipales federal, estatal, entre otros).
1. El órgano electoral en Veracruz tiene 10 años que es una extensión de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana. La fama de dicha escuela es variopinta, pero el lado oscuro y de escándalos porriles es su estigma histórico. En el año 2000, el último Consejo General fue presidido por un destacado miembro del claustro de la citada escuela de leyes (Emeterio López Márquez). El primer presidente del IEV fue un ex director (Salvador Martínez) y su actual presidenta (por segunda ocasión consecutiva) una ex directora de la facultad de Derecho (Carolina Viveros). Tal pareciera que es un prerrequisito estar en la citada escuela para presidir al IEV.
La integración del Consejo General es el resultado de las negociaciones de los partidos políticos, sus diputados y el Gobierno del Estado. Estas negociaciones limitan o quitan total libertad a los consejeros, el sueldo oneroso que perciben los hace meros instrumentos de quienes los pusieron en el cargo. El IEV también se ha tomado como una bolsa de trabajo en la que los partidos colocan a cualquier persona con tal de no perder la posición dentro del órgano. El caso más patético lo presentó hace unos años el Partido Acción Nacional (PAN) al impulsar la postulación de una ex asistente de su grupo legislativo, cuya experiencia (dicha por la misma persona) era preparar el café y servirlo diligentemente.
De la integración de ese consejo a inicios de la década, al consejo que organizó las elecciones de este año, no hay mucha diferencia. Si bien los actuales consejeros ostentan grados doctorales, su carencia de libertad hizo que los comicios para renovar los poderes municipales y del Estado (que se eligen por votación) fueran cuestionados por omisiones, negligencia y favoritismo de los señores consejeros. El colmo; dos de ellos (Jacobo Domínguez y Alfonso Ayala) en pleno proceso se fueron de ‘observadores’ al extranjero. Por supuesto, los gastos a cuenta del erario.
La necesidad de replantear los mecanismos y formas de integrar al Consejo General, la elección de sus consejeros y lograr su autonomía real, son asignaturas pendientes que debemos empezar a trabajar. Por lo menos debemos explorar opciones y alternativas viables, de tal suerte que el IEV deje de ser ‘el ‘IFE’ para los veracruzanos. Esto no es broma (aunque se escuche mal), sino una realidad aún palpable: el IEV carece de presencia institucional ante los electores. De hecho, muchos ni lo conocen y lo confunden con el IFE. A 10 años de su creación aún no pueden concretar su presencia entre los ciudadanos.
2. Los partidos políticos en Veracruz están en crisis: pocos tienen militancia real y trabajo de base y de vinculación ciudadana. De los pocos con militancia, las dirigencias no las toman en cuenta para candidaturas y cargos de elección popular; imponen al familiar, al amigo, al cómplice o al que designe el Comité Nacional.
Los tres principales partidos (los otros no cuentan pero nos cuestan) no han aprendido a ser partidos. El PRI sigue siendo una especie de secretaría o dirección de asuntos electorales del Gobierno del Estado. El gobernador Fidel Herrera Beltrán hizo y deshizo al partido. Puso y dispuso candidatos en los dos procesos electorales realizados en su gestión. Dispuso de todos sus funcionarios para apoyar al PRI y redujo a su mínima expresión la dirigencia estatal de su partido. Estos últimos seis años el PRI retrocedió a las catacumbas de su historia. No sabe, no supo y dudo que pueda ser un partido real en los próximos años.
En el caso de las oposiciones, PAN y PRD, sus actuales dirigencia son ‘cabezas de hidra’ cuyo origen se remonta a la década del 90 del siglo pasado.
En 1991 y 1992, el Comité Nacional del PAN destituyó a su dirigencia en el estado, que entonces era encabezada por el diputado local Miguel Ángel Morales. El argumento fue la cercanía del partido con el gobierno en turno. No se equivocaron. Hoy Miguel Morales es empleado de Convergencia, partido fundado y regido por Dante Delgado, gobernador de Veracruz en los años mencionados.
El delegado designado fue César Leal Angulo, sinaloense radicado en la zona centro de Veracruz. De las primeras tareas a las que se aboca Leal Angulo fue a correr a todos los seguidores de Morales (en realidad no eran muchos, el PAN era un partido testimonial en ese entonces) y allegarse de jóvenes panistas a quienes de inmediato les asignó responsabilidades políticas. De todos ellos, al parecer su favorito, fue Alejandro Vázquez Cuevas, quien fue secretario general del comité estatal y diputado federal, todo bajo el tutelaje de César Leal.
En poco tiempo, estos jóvenes se rebelaron en contra de su tutor y lograron sacarlo de las decisiones del partido. El relevo fue Bernardo Téllez y de ahí a la fecha, el partido es controlado por aquél primer grupo formado por el sinaloense.
Con esto, no quiero decir que el grupo es compacto. Por el contrario, las traiciones y deslealtades han sido una constante, pero como la hidra: se reproducen en cuanto se les corta una cabeza. Dicha reproducción ha generado diversas ramas –si se me permite la expresión- aunque todas ellas, que hoy pelean por la dirigencia del partido, que apoyaron a su candidato a la gubernatura, todas, absolutamente todas, provienen del primer círculo formado por César Leal Angulo.
El caso del PRD es parecido. De la corriente política más importante que tuvo, Propuesta Democrática, descienden los actuales dirigentes del partido, aunque ellos quizá ni lo sepan. Encabezada por Domingo Alberto Martínez Reséndiz (hoy subsecretario de educación en el gobierno de Herrera Beltrán), lograron controlar las posiciones ejecutivas y las designaciones de representación popular. La ruptura del grupo dominante la provoca Arturo Hervis Reyes, quién no respeta al tutor y decide irse por su lado. Hervis es dirigente estatal. Con él llegan varios jóvenes de la facultad de Derecho, a quienes impulsa a extremos tales, de hacer una sucesión casi interminable en las dirigencias del PRD. Todo bajo control hasta que los jóvenes crecieron y decidieron independizarse. Rompen toda colaboración con Hervis y hoy controlan las estructuras institucionales del partido.
La similitud en el devenir de estas oposiciones políticas en Veracruz, dan como resultado una carencia de trabajo de base. Poco conocen las doctrinas partidistas y su pragmatismo a veces resulta patético.
Esta situación provocó un aislamiento y una brecha entre ciudadanos y partidos. Los primeros vieron a los segundos como ‘repartidores’ de utensilios y, los segundos, ven al ciudadano como mera moneda de cambio para acceder al poder.
Con estos antecedentes, resultaba casi natural, que los candidatos a la Gubernatura fuesen ajenos a los principios que rigen la vida interna de los partidos. El PRI postula a Javier Duarte de Ochoa, delfín del gobernador. Sin trabajo partidista, su mayor y mejor mérito es haber sido y ser un colaborador cercano a Fidel Herrera. Sin carrera partidista, sin un trabajo político propio y convertido, por capricho’ Gobernador, Javier Duarte es un priista sin ser priista.
Similar situación pasó en el PAN. Miguel Ángel Yunes Linares fue un candidato ajeno a la tradición, doctrina y principios partidistas. Ex presidente del PRI estatal dos veces, es secretario de gobierno y con fama de ‘duro’ y represor. Su nominación dio pie a especulaciones sobre negociaciones de alto nivel, entre la Presidencia de la República y la presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Yunes Linares fue un candidato sin partido. Trabajó la campaña con su equipo. Mantuvo una distancia, al principio prudente después ‘mortal’ para sus aspiraciones, con la estructura del PAN. Carente de una estrategia propositiva, se limitó a decir y denunciar lo obvio. El PAN perdió dos veces: al aceptar un candidato impuesto por el Presidente de la República y al alejarse de sus principios básicos y de respeto a su militancia.
Del candidato de ‘izquierda’, Dante Delgado, poco hay que decir. Sólo sumó otro fracaso más a su larga lista de derrotas en elecciones constitucionales. Las contradicciones de la izquierda veracruzana, amerita un libro aparte.
El ex gobernador interino, sólo cumplió su papel. Sabía que no tenía posibilidades y sumió en lo más profundo de las cloacas políticas a sus aliados: PRD y PT. Este último partido, perdió su única representación en el Congreso local que mantenía desde 1997. Los saldos son cruentos. Sin embargo, después del proceso, nada se sabe del ex candidato.
¿Son obsoletos los partidos políticos? No lo sé. Al menos nuestra experiencia pasada si deja un sabor de su alejamiento total de los problemas ciudadanos. Los partidos y sus dirigencias se han vuelto una nueva aristocracia del erario. Membretes que no representan a nadie. Individuos que más de la mitad de su vida han medrado de las prerrogativas. Cuna y catapulta para acceder al poder por los medios legales, más no legítimos. Hoy, los partidos, los políticos están más alejados que nunca de los ciudadanos. Se convirtieron en cuevas para albergar camarillas que nada tienen que ver con los postulados que dicen enarbolar.
Necesitamos nuevas reglas y necesitamos ‘sacudir’ a los partidos, necesitamos propiciar nuevas formas legales para acceder al poder: candidaturas ciudadanas, quitar la limitante que sólo a través de los partidos, los ciudadanos podemos participar en la contienda para acceder a un puesto de elección popular.
3. El control gubernamental a los medios de información fue total. El gobierno de la fidelidad corrompió todo lo que tocó. El retroceso en materia informativa fue de varias décadas. En Veracruz se terminó con la disidencia de opinión. La proliferación de periódicos, revistas, pasquines y libelos no tiene parangón en la historia veracruzana. La fórmula era sencilla: alabar todo lo que diga el gobernador y competir por la alabanza más original y lambiscona.
Hubo directivos de medios que fungieron simultáneamente como jefes de presa en secretarías y direcciones públicas, convirtiéndose en juez y parte de la información.
Cierto, hubo algunas voces marginales que lograron romper con el control gubernamental. El naufragio era previsible aunque no por eso se dejó de navegar.
Ante la falta de libertad, la Internet fue la alternativa para las voces críticas y las disidentes. Aunque también muchos portales sólo son figuras decorativas para dejarse corromper por el dinero público.
La uniformidad en las noticias fue el denominador común. Bastaba leer un periódico, escuchar un noticiario para saber lo que venía en todos los demás. El fin de sexenio fue catastrófico: sólo con leer los boletines oficiales en el portal gubernamental era suficiente para conocer lo que se publicaría y difundiría como ‘noticias relevantes’.
Sin una prensa con libertad editorial no se puede transitar a la democracia. Es urgente replantear el papel de la prensa ante el poder público y privado. Las fuentes de financiamiento deben ser abiertas, claras y públicas. Los medios de comunicación deben ser reales y no ficticios. Verificar tirajes, circulación, devoluciones, penetración, audiencia, perfiles de lectores, entre otros aspectos, es una tarea pendiente. Cierto, con estas medidas la mayoría de los medios no subsistirían, pero es el objetivo. Tener medios fuertes y reales, garantizar que el dinero del Estado, es decir, dinero público, se asigne acorde a la presencia de cada medio y dejar de lado las ficciones que sólo envilecen el oficio periodístico.
4. En Veracruz –y quizá en el país- tenemos una ciudadanía sin ciudadanos. Rezagos sociales hacen que el electorado sea una masa acrítica. Pocos conocen las plataformas de los partidos, pocos leen las propuestas de los candidatos, pocos se informan sobre sus biografías y la de los dirigentes partidistas, vamos, el electorado es una masa clientelar de grupos y partidos. No hay diferencia alguna entre las elecciones de 1910 y las de este año en Veracruz. No tuvimos un sufragio efectivo, de calidad, pensado y razonado. Fueron votos coaccionados, inducidos, comprados y, en el mejor de los casos, resultados de exaltaciones y pasiones anti o pro partido, gobernante o candidato. Al igual que a principios de Siglo XX, los caciques controlaron el proceso.
No podemos apostar a los procesos electorales el cambio de rumbo para el futuro. Está demostrado que las elecciones sólo cambian a gobernantes no a la sociedad. Nuestro analfabetismo político es alarmante. Casi nadie se interesa por el quehacer político. Hemos dejado en manos de otros nuestro destino. Nos conformamos con rumiar nuestras desgracias en la intimidad del hogar o, armados de valor, hacemos de las redes sociales virtuales nuestro vaso de frustraciones: denostamos, ofendemos, glorificamos, amamos y odiamos al candidato de nuestra preferencia. Pero somos incapaces de argumentar o, al menos, de emitir una opinión crítica sobre los políticos y la política.
¿Hacia donde vamos? Difícil respuesta. No podemos exigir al ciudadano una conciencia política cuando sus prioridades es satisfacer sus necesidades básicas, y muchos, ni eso llegan a cubrir. Sin embargo, debemos buscar nuevas formas de organización, dejar las simulaciones de ese ente pervertido de asociaciones civiles denominadas Organizaciones no Gubernamentales o ‘sociedad civil organizada’, cuyos financiamientos provienen de gobiernos de diversos tintes y colores y que, por lo general, sólo sirven para legitimar al patrón en turno.
El reto es formar ciudadanos. Hacer saber que hay derechos y obligaciones. Hay muchas experiencias exitosas en la historia reciente de nuestro país y tras fronteras. Si realmente queremos una sociedad de ciudadanos, debemos aprender a escuchar la crítica y a aceptar la existencia del otro. La divergencia en el pensamiento político es necesaria. Sin verdades totales, sin mentiras parciales.

*Nació en Xalapa, Veracruz en 1966. Egresó de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana ‘Enrique C. Rébsamen’, en 1990. Desde ese año y a la fecha a combinado la docencia con el periodismo. Director del primer periódico gratuito de Veracruz ‘horas extra, el periódico que no se vende’, en el año 2005. Actualmente escribe para diversos medios virtuales la columna Ojo de Gato. 

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