Jalapa’la veterinaria
Guillermo Manzano Llevar a Tota con su perríatra es una lucha. No quiere caminar por la calle. No le gusta el collar. Las dos cuadras recorridas es por demostrar quién puede más: ella o yo. Por supuesto, Tota tiene sólo dos meses, pero no se trata de ganarle por la fuerza, sino de convencerla. Por fin llegamos. La antesala. La espera. La plática. La interacción versa sobre costumbres y hábitos para cuidar a las mascotas. Preguntan sobre el tamaño que alcanzará Tota de adulta. Quieren saber si no es peligrosa. Hay dos Poddle en espera. Tota llama la atención por ser cachorra. Se queda quieta. La muy hipócrita se porta bien. Sólo observa, su mirada melancólica pasa de una a otra. Ida y vuelta. Gana: la empiezan a acariciar. Se deja querer. De pronto, una de ellas recuerda: mi sobrino tiene una igual. ¡Albricias!, pudo recordar que el hijo de su hermana tiene un perro bóxer. Uno sonríe. La puerta se abre. Sale un paciente entra otro. Luego uno más y después nosotros. Tota mira a la vete