En primera persona: temblor
Guillermo Manzano Sentí que la cama se movía. No, se sacudía con violencia. Como si mi madre me quisiera despertar para ir a la escuela. -Espera. Tú no tienes madre- me dijo una voz desde el fondo de mi sueño. -Entonces es Tota que se metió debajo de la cama- respondí. Pero la cama siguió moviéndose. Abrí los ojos (eso no quiere decir que haya despertado), la oscuridad me trajo tu recuerdo. ¿Tiembla?, pensé. Bueno, es un decir. En realidad estaba cansado, muy cansado para pensar. El fin de semana tuve noches inquietas. Janis, Tota, Yonqui y El Chato tocaban la puerta de la recamara con las patas. Me levanté, necesitaba vaciar la vejiga. La jauría me brincó, como pude los eludí. Uno no puede ni debe resistirse a los llamados de la naturaleza. De regreso a la cama. ¿Qué hora será? El reloj marca las 5:50. Temprano, muy temprano. Di la vuelta para dormir de nuevo. El sonido del teléfono me congeló a la mitad del movimiento. Vi quien llamaba. -Eu, ¿qué pasa? -¿Todo bie