Mujeres que saben latín: El último acoso
Sheyla Fuertes Lara
El acoso sexual es el que tiene por objeto obtener los
favores sexuales de una persona, cuando quien lo realiza se encuentra en
posición de superioridad respecto de quien lo sufre.
En el Siglo XXI, aunque
muchas cosas han cambiado para las mujeres, tenemos más oportunidades laborales
y nos desenvolvemos en cualquier ámbito; a pesar de esto, la mayoría de los
hombres siguen con la mentalidad de que pueden acosarnos; no importa que seas
joven o madura, lo hacen porque creen que tienen el derecho de hacerlo.
El acoso se presenta en
cualquier ámbito, público o privado, no es exclusivo de los servidores
públicos, también se da en las empresas, el acosador no siempre lo demuestra
abiertamente, lo disfraza con halagos y un buen disfraz de cordero.
He sido acosada en varias
ocasiones, la primera vez, pensé que se trataba de atención de parte de uno de los jefes y aunque
algunas compañeras me decían que tuviera cuidado, no creí que se tratara de acoso.
Una mujer no necesita ser
la más guapa y con el mejor cuerpo para ser hostigada, los hombres lo harán
porque quieren que demostrar su virilidad y manifestar el macho que llevan
dentro, “no se les puede escapar una viva”.
Cuando enfrenté a una
situación de esta naturaleza, tenía 25 años. Durante los meses que traté con
esta persona, no hubo una insinuación o invitación indecorosa, su trato era
amable aunque siempre cargado de halagos, y apareció en el momento oportuno, sin
hostigamiento.
En esa ocasión que se
ofreció a llevarme en su auto a mi casa, me propuso tener una relación, lo cual
rechacé, y cuando él me preguntó que estaba dispuesta a hacer para no perder mi
trabajo, mi respuesta fue clara: “me gusta mucho lo que hago, pero no voy a
hacer nada para retenerlo”.
Afortunadamente, comprendió
que no accedería y no me buscó más. Lamentablemente hay otras mujeres que
necesitan mantener el empleo y acceden a estas relaciones, por lo que
representa el ingreso en su economía.
La segunda ocasión que enfrenté
esto, fue terrible. En diversas ocasiones rechacé las invitaciones de mi jefe
inmediato y como no hacía caso a sus “halagos”,
me presionaba en el trabajo, me hostigaba y humillaba cada vez que
podía.
Fueron tres meses de tragos
amargos, de sufrir acoso laboral; testigos de los hechos mis compañeros de
trabajo, quienes me apoyaban a denunciarlo. Por miedo no lo hice, por no perder
el empleo, por no quedarme sin un sueldo.
El último día que trabajé
en esa oficina, le manifesté mi pesar al jefe, pero creo que fue
contraproducente (un compañero me informó más tarde), que cuando le comentó lo que yo le expresé, este sujeto
se encargó de difamarme y decir que si me acosaba, ¡era porque yo le daba
motivos! Afortunadamente dejé ese empleo.
Foto tomada de internet |
Hoy, que recuerdo esas
experiencias de vida, sé por lo que muchas mujeres pasan. La mayoría de los hombres sigue
reproduciendo el machismo, porque se sienten superiores.
¿Cuántos no abusan del
poder que les da una posición de autoridad para conseguir que sus compañeras de
trabajo accedan a sus caprichos? Son muchos.
Andan por ahí caminando
tranquilamente y hasta tienen el descaro de expresar que defienden y apoyan a
las mujeres, cuando la realidad es otra.
Muchas personas siguen
pensando que si esto pasa es porque las mujeres lo provocamos, por la forma en
que vestimos, porque sonreímos, porque no tenemos pareja, entre otras ideas
absurdas.
Y es que siguen
presentandose estas prácticas que en ocasiones se soportan por temor a perder
el trabajo, no las denunciamos porque nos exponemos a la burla, en ocasiones
hasta de ¡nuestro propio género!
¿Qué tenemos que hacer para
que esto deje de presentarse?, ¿qué tiene que ocurrir para que se denuncie y
eviten el hostigamiento?
Entre mujeres debemos manifestar
nuestra sororidad, que el pacto entre nosotras se manifieste y enfrentemos a
estos sujetos que creen que tienen el derecho de abusar de nosotras.
Es importante vencer los
miedos y enfrentarlos, no debemos permitir que nos sigan sobajando, y que gozen
de impunidad.
Debemos impulsar una
educación igualitaria en los hogares, dejar de reproducir los viejos esquemas
que tanto daño hacen a hombres y mujeres; no permitamos los privilegios para
los hombres y que tanto daño hacen a la sociedad.
De todas y todos dependerá
el cambio, no permitamos que nos acosen, que nos hostiguen ni sexual ni laboralmente,
no dejemos que nos traten mal, somos seres humanas dignas de respeto, y lo más
importante, nadie puede decidir sobre nuestro cuerpo ni nuestra vida. No hay
que avergonzarse, debemos actuar. Ya es hora.
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