A Pie de Calle: Flor y la Señora Abeja
Guillermo Manzano
Para Titi
Apenas ayer la vi. No supe cuando
nació, pero ahí estaba frente a mi ventana. Me daba los buenos días en
silencio. Firme y quieta recibía la luz del sol que la hacía ver más brillante.
Su color, a esa hora, me pareció especial. Me trajo tu recuerdo en tu ausencia.
Sé que te hubiera gustado compartir el momento. Tu gusto y afición por ellas
siempre están presentes. Vamos, hasta hubiéramos comentado sobre el poder de la
naturaleza que otorga vida en los lugares más insospechados.
Hoy,
al levantarme de la cama, abrí la ventana para verla. Me sorprendió que ya
tiene compañía. Ahí, en ese breve reducto que dejó el pavimento, en esa ranura
con poca tierra, ahí le gustó para nacer, para que nacieran. De nuevo tu
recuerdo. Una sonrisa, tu aroma.
Salí
a tomarle unas fotografías. La Señora Abeja también quiso posar para el
recuerdo. Así, juntas, me permitieron que las detuviera en el tiempo. Y aunque
no soy afecto a ellas, no pude evitar emocionarme. Son esos pequeños detalles
los que dan razón a la vida. Esa brevedad del tiempo y el espacio en que uno se
siente pleno, feliz, libre.
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Olvidé
los deberes. Me quedé parado viéndolas, a ella y a la Señora Abeja. Pensé en
esa relación que tienen desde su origen hasta su muerte. Se necesitan y se
respetan. Una vive para la otra y viceversa. Sin condiciones. Sin problemas.
El
tiempo no cuenta para ellas. Lo que vivan lo viven. No hay porque pedir más. No
hay porque pedir menos.
Regresé
a casa. La imagen seguía en mi cabeza, adentro, profunda. Miré las fotografías.
Volví a sentir y a pensar. Qué difícil resulta a nuestra especie ser feliz. Y
saber que con tan poco podríamos serlo.
Puede
que no vuelva a mirar mi entorno de la
misma forma. Pero hoy supe y aprendí que no importa la cuna en que uno nazca,
sino lo que uno hace en la vida.
Quise
escribirlo para ti, y me di cuenta de mis deficiencias para poder contarte todo
lo que hoy miré, lo que hoy viví. No importa porque sé que tú me entiendes.
Incluso me alentarías con palabras y besos. Dirías que la cuidara para que
otras Señoras Abejas vayan a visitarla.
A
veces el mundo es sencillo. Lo importante tiene valor pero no precio. Es
posible que nos cueste observar lo que nos rodea porque siempre tenemos prisa
por llegar a quien sabe dónde, para ver a quien sabe quién. Siempre hay prisa
por algo. Nuestros problemas nos agobian y a veces nos matan. Pero de vez en
vez, vale la pena detenernos y observar nuestro mundo, nuestro medio, nuestro
ambiente.
A
veces y sólo a veces, el mundo se mira mejor cuando estamos A Pie de calle….
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