A pie de calle: Xalapa I
Guillermo Manzano
Francia no es sólo el país
donde viven
los franceses, es también aquel al que miran
los demás y en el que se inspiran.
Milan Kundera
A partir de esta entrega comentaré
sobre algunos problemas visibles que tenemos en la ciudad. Sólo es una opinión
y sólo eso. No me interesa debatir sobre la verdad o falsedad de lo escrito, pero si
intercambiar opiniones para concretar acciones individuales. Porque creo, como
acto de fe, en la suma de las individualidades.
Parto
de lo general para después aproximarme a cada realidad específica. La intención
es compartir lo que veo y lo que escucho. Carezco del don de la omnipresencia,
pero siempre cuatro, seis u ocho ojos miran más y mejor que dos. Es decir,
escribo lo que todos vemos y que para muchos, les parece normal. Pero de lo que hoy carecemos es de normas y
referentes para saber que ninguno de los problemas son normales, aunque así nos
los quieran hacer creer. No es normal la violencia. No es normal la corrupción,
violar los límites de velocidad. No es normal vender drogas a las y los
jóvenes. No, eso no es normal, aunque los poderes quieran que sea ‘nuestra
norma’.
Lo normal (Foto: Guillermo Manzano) |
Xalapa
no sólo es un espacio geográfico. Es el referente de la cultura, educación y
arte en el oriente de México. Los símbolos tienen poder porque nosotros se los
damos. Las piedras sólo son eso, pero nosotros y sólo nosotros les damos el
valor que hoy tienen.
La ciudad
se cae y nadie hace nada. Ni gobiernos ni ciudadanos. Los primeros se orinan en
los segundos, y estos, se regocijan mentándoles la madre a los primeros. Se rompe
la ley y las reglas básicas de urbanidad. Todos y todas. Nadie se salva porque
nadie quiere salvarse. Llenamos de mierda la parte baja de la alfombra y
culpamos a los demás. Pero llegará el día que nos ahoguemos en nuestras heces,
entonces nos daremos cuenta de lo que hicimos. Mientras, juguemos a criticar
sin actuar.
El
centro de la ciudad es un caos. Tráfico, manifestaciones, gente que no ocupa
las banquetas para caminar y ausencia de agentes viales es la cotidianeidad que
vivimos. El cuadro se completa con los mendigos y mercaderes que se apropian
del espacio público. Los artistas urbanos ponen su parte, aunque ellos trabajan
por intervalos y tiempos breves.
Cuando
la calle de Enríquez es bloqueada se ocupa Juárez para dar salida a los
vehículos. Pero esta calle siempre es un desmadre por las escuelas públicas y
católicas ahí establecidas. A padres y madres no les importa detener el tráfico,
importa dejar y recoger a los hijos justo enfrente de la puerta de entrada.
Total, la calle es de todos y si no les gusta, tomen un helicóptero.
La
ciudad está sucia porque nosotros la ensuciamos y la limpia pública es deficiente.
Colillas de cigarros, bolsas, botellas, cacas de animales, escupitajos, goma de
mascar, restos de comida y todo lo que la fauna humana pueda procesar en un día
para contaminar las calles. Por supuesto que dirán, ‘no hay botes para
depositar la basura’. Cierto, no hay. Pero, ¿eso justifica que la tiremos en la
calle?
En
fin, ya propuesta mi tarea tengo que empezarla. Desconozco hasta donde llegue,
pero lo tengo que hacer caminando… A Pie de Calle.
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