Ojo de Gato: ¿Quién le habla a Javier?
Guillermo Manzano
El poco oficio político y la falta
de claridad como hombre de poder, son los dos signos que caracterizan al
gobierno de Javier Duarte de Ochoa. El hombre se empecina en reprimir o ignorar
las críticas y cuestionamientos a sus yerros.
La organización Artículo 19, en su
más reciente reporte sobre la represión a periodistas en nuestro país, ubica en
primer lugar a Veracruz (junto con el Distrito Federal) de ser la entidad donde
más riesgo corren los reporteros por realizar su trabajo. Se contabiliza 28
casos. Ahora tenemos que sumar dos más. El del reportero de La Jornada Veracruz, Jair García
(denunciado por un vetusto ‘líder’ de taxistas por supuestos infundios) y el
del fotógrafo de la agencia Cuartooscuro,
Félix Márquez. Este último tuvo que abandonar el estado por las amenazas
abiertas y descaradas del secretario de seguridad pública estatal Arturo
Bermúdez Zurita. De hecho, el mismo gobernador descalificó el trabajo de
Márquez al calificarlo de ‘una vacilada’. Quizá el trabajo que deba
descalificarse por carencia de resultados es el del Gobierno de Veracruz.
Ninguna sociedad puede vivir bajo
amenazas de sus gobernantes. En Veracruz así se vive. La realidad y la verdad
se pueden amoldar con el prisma que se quiera ver, pero esto no la cambia ni la
modifica. Se sabe que el gobernante no lee a sus críticos. Le molesta que lo
contradigan. Pero cada quién su prisma y cada quién su realidad.
Quizá el problema no resida sólo en
el gobernante sino en sus colaboradores. Aunque él tiene toda la
responsabilidad por haberlos designado. Como no pretendo ser el terapeuta de
Duarte, sugiero que alguien de su confianza le hable. Le diga que, por historia
y presente, Veracruz es pluri y multicultural. Que para su desgracia o fortuna
con él cohabitan seres pensantes, ciudadanos y ciudadanas que ejercen el
inalienable derecho de razonar. Que existe una población vulnerable por los malos
gobiernos de su partido y que ya están hasta la madre de rollos demagógicos que
sólo los cree quien los pronuncia.
Es posible y sólo posible que
alguien de su gobierno tenga más de dos dedos de frente y le pueda hablar. Que
se de cuenta que Veracruz se cae en pedazos. Que no es con descalificaciones ni
represión como se debe gobernar. Que tiene una responsabilidad política, social
y legal. Que cada día que pasa es un día menos de gobierno y que los
veracruzanos tenemos memoria, aunque ellos lo duden.
Vamos, que por lo menos le digan
que si este ‘negocio’ se acaba, nada dejará para su sucesor y menos para la
militancia de su partido. En pocas palabras: que no mate a la gallina de los
huevos de oro.
Soy optimista aunque no ingenuo. Pero
nadie puede quedar callado ante tantas barbaridades ni afrentas a la sociedad.
Porque reprimir a un periodista es reprimir a un segmento de la sociedad. A sus
lectores. A su público. Porque a diferencia de ellos, los reporteros lo único
que tienen es su nombre y cada quién sabe como lo cuida.
Que alguien le hable a Javier. Por
favor, antes de que sea demasiado tarde…
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