Ojo de Gato: No entiendo la violencia
Guillermo Manzano
La violencia contra un grupo de jóvenes la noche del 15 y la mañana del 16
de septiembre no tiene justificación. Son estudiantes universitarios. Son ‘el
futuro de México’. Son muchachos con ideales. No son delincuentes. Eso es
claro. Protestan por lo que consideran una imposición. Cierto o falso, esa es
otra cuestión.
Lo que es cierto es que estos actos se suman
a una cadena represiva del Gobierno de Veracruz. Un eslabón más en menos de dos
años. Un gobierno que no acepta la disidencia. No entiende la diversidad de
pensamiento y menos acepta que se diga ‘no a su verdad’. La violencia es una
muestra de incapacidad política. No importa su grado o nivel de fuerza. La
violencia es la carencia de argumentos, el páramo de ideas. El fin de la
política. La mediocridad de quienes viven de nuestros impuestos.
Dos días después de los hechos, el
gobernador (así, con minúsculas) firma el Convenio de Cooperación del
Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de los Derechos Humanos y
Periodistas.
Orondo y ante un público dócil y maiceado
dice: “Nos adherimos con toda la determinación y convicción de un
gobierno consciente de su responsabilidad de generar, en el ámbito de su
competencia, las condiciones legales y formales para el ejercicio irrestricto
de la libertad de expresión y de la promoción y defensa de las garantías
ciudadanas”. ¿Cinismo o ignorancia? No sé.
Lo que sé es que los hechos violentos fueron
silenciados por la mayoría de la prensa convencional y, en el peor de los
casos, festinaron el uso de la fuerza pública. ¡Faltaba más que unos revoltosos
alteraran el orden social!
Pero, ¿Qué carajos es el orden social? y
¿quién determina como se altera? Aventuro una idea: El orden en un acuerdo entre
las partes (gobiernos y sociedad), este no se impone ni se controla mediante la
violencia. Como todo acuerdo cada quien entiende cual es su papel o su rol en
la convivencia del colectivo humano.
Entonces, las marchas y ofensas sistemáticas
que el grupo de César del Ángel denominado ‘los 400 pueblos’ hacen contra la
población, ¿no altera el orden social?, la presencia de militares, marinos y
policías encapuchados por las calles de una ciudad, de un país que no se
encuentra en guerra, ¿no altera el orden social?
Las marchas, bloqueos y gritos de las
huestes de Antonio Luna y su ‘partido cardenista’, ¿no altera el orden social?
Las exigencias de Orfilio García y su grupo al dejar sin agua al 75 por ciento
de la población xalapeña porque no le dan dinero, ¿no altera el orden social?
La presencia de francotiradores en el centro de Xalapa durante el desfile del
16 de septiembre, ¿no altera el orden social?
Es posible que mi ignorancia sobre asuntos
públicos sea mayor de lo que creo, por eso pregunto, porque no sé.
Pero creo, como acto de fe, que la violencia
institucional contra la población es como poner la basura debajo de la
alfombra: ‘sólo esconde lo evidente’ y puede, sólo como mera suposición, que un
día esta basura sea tanta que salga de donde la colocan los actuales
gobernantes. Es posible que aquél que use la violencia para alcanzar el poder,
la utilice para mantenerse en el poder. Espero que no sea el caso de Veracruz.
Y también exijo se resuelvan los crímenes de Regina Martínez, Milo Vela, Yolanda, Víctor y demás reporteros
muertos. Porque aparezca Evaristo Ortega y demás
reporteros secuestrados y porque a Fidel Herrera y a todo su gabinete se les
enjuicie por corrupción,
malversación de
fondos y haber sumido en las peores crisis sociales, económicas, morales y de seguridad al estado de
Veracruz.
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