Ojo de Gato: Cuatro meses...


 

 

Guillermo Manzano

 

Han transcurrido cuatro meses de aquél 28 de abril que asesinaron a Regina Martínez y nada ha pasado. Las autoridades correspondientes no han informado nada. Ningún avance, ninguna señal de haber encontrado al o los asesinos materiales y, al o los asesinos intelectuales, en caso de que así sea.

 

No tengo por qué creer en quienes se encargan de impartir justicia y si tengo mucho por qué dudar. Por ejemplo, han asesinado a nueve reporteros en los 20 meses de tiempo que lleva el actual gobierno. Dos procuradores  de justicia y mucha gente desaparecida. Sobre todo, mujeres jóvenes. Por eso dudo y no les creo.

 

Dicen los que saben que si un crimen no se resuelve en lo inmediato difícilmente se hará. Dicen las voces de reporteros y gente del medio que ya andan fabricando 'un responsable' para sostener la hipótesis inicial y que orejas y amanuenses anduvieron vertiendo durante el velorio de Regina: crimen pasional. Por supuesto, eso dicen y más, pero todo en voz baja, en susurro, que no se oiga para que no les digan a 'los que mandan'. 

 

Y de pronto recuerdo que algo así pasó durante el velorio de Regina. Una reportera añeja, vinculada al grupo que hoy despacha en palacio de gobierno, andaba con esa jiribilla del crimen pasional o del robo. Llevaba la cartera llena para pagar café, refrescos y galletas y, curiosamente -según me dijeron después- facturaba con el RFC de gobierno del estado. En fin, de lo que se entera uno.

 

Han pasado cuatro meses en los que algunos reporteros fueron llamados a declarar. La gente de la Procuraduría les tomó huellas dactilares y de su dentadura. Hostigaron a una compañera para entregarle un citatorio en plena marcha de protesta. Vamos, han pasado 120 días y la impunidad sigue reinando en Veracruz. 

 

Tierra al asunto para que se olvide, es la consigna. Y parece que a muchos ya se les olvidó. Parece, sólo parece. Pero hay una terca memoria que jode y jode para quitar esa tierra, para recordar que a una sociedad le duele un reportero muerto, pero más la duele un reportero vivo que se quede callado. Eso duele. Eso molesta. No basta matar al perro para que se acabe la rabia, por el contrario, la rabia motiva a no quedarse callado, a no olvidar, a no perdonar...

Ahora ya reconocen que hay reporteros que se han ido del estado 'por voluntad propia' y otros que tienen protección policiaca, pero eso sólo es un sofisma que trata de distraer. Ahora resulta que 'ellos se preocupan'. Que 'ellos' velan por la libertad de informar. Pero lo que no ven 'ellos' es la realidad. Vivimos en un estado de papel, de declaraciones y buenas intenciones. No lo entrecomillo, porque así es como ellos gobiernan.

Y también exijo se resuelvan los crímenes de Milo Vela, Yolanda, Víctor y demás reporteros muertos. Porque aparezca Evaristo Ortega y demás reporteros secuestrados y porque a Fidel Herrera y a todo su gabinete se les enjuicie por corrupción, malversación de fondos y haber sumido en las peores crisis sociales, económicas, morales y de seguridad al estado de Veracruz.

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