A Pie de Calle: En primera persona
Hace unos años decidí dejarme el cabello largo. No fue por manda, promesa o capricho. Simplemente lo decidí. Con 50 años de vida, la greña es bicolor: blanco y negro. Como pelaje de panda o cola de zorrillo, según lo quiera Usted ver. Por el cabello, la mezclilla, las playeras y los tenis, algunas personas me estigmatizan como jipi. Sin mayor conocimiento de la contracultura juvenil de los 60 del siglo pasado. Sólo me señalan por la apariencia. ¿Sabrán ellos que los sobrevivientes del jipismo son ahora venerables personas que pasan los 70 años de edad? ¿O que las abuelas de estos modernos inquisidores mostraban sus torneadas piernas al lucir su minifaldas y sus abuelos se habrán fumado más de un churro de mota? Creo que no lo saben. Si lo supieran le tendrían más respeto al término jipi y no se lo endilgarían a un mortal impuro como yo. La contracultura juvenil sesentera marcó un antes y un después en muchas sociedades. Hoy sólo es una nostalgia absorbi